Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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domingo, 30 de septiembre de 2007

LA REVOLUCION DE LOS BONZOS

El recién acabado siglo XX estuvo lleno de revoluciones, guerras y desastres. Se vivieron los momentos probablemente más sangrientos de la historia de la Humanidad. Desde la violenta revolución rusa a la revolución de los claveles en Portugal, desde revoluciones culturales a revoluciones sexuales.
Consecuencia de algunas de estas revoluciones fue el intentar sacar lo sagrado de la sociedad. Una sociedad moderna, globalizada, tecnificada, colocó al hombre, a un determinado modelo de hombre, en la cumbre de la perfección. Lo religioso se dejaba para el ámbito de lo estrictamente personal, sin influencia alguna. Para eso se hicieron revoluciones, para crear mundos nuevos.
Los últimos treinta y cinco años nos han demostrado que no todo ha sido así. Y hemos vivido tres intentos, tres revoluciones, desde lo sagrado que han hecho también cambiar el mundo.
La primera de ellas fue la protagonizada por un cardenal polaco, viejo luchador por la libertad de su pueblo y por la dignidad del ser humano. Había sobrevivido el horror de la II Guerra Mundial y se había enfrentado de forma muy inteligente a los intentos del partido comunista polaco, de corte marxista tradicional y fiel a Moscú, de construir una sociedad alejada de Dios, de la dignidad humana. Cuando fue elegido para dirigir la Iglesia Católica, extendió a niveles universales esta lucha. Fue el líder de una nueva sociedad basada en la supremacía de Dios, en la dignidad humana y en la libertad. Sus dotes de actor y hombre mediático le favorecieron profundamente.
La segunda, casi contemporánea, fue la protagonizada por un oscuro líder religioso musulmán de origen iraní. Exiliado en París, el ayatolá Ruhola Jomeini supo capitalizar todas las protestas y las angustias del pueblo persa contra el gobierno pro occidental del Sha de Persia . Su asalto al poder trajo una ola de integrismo religioso y un deseo de vuelta a las raíces de un Islam integrista muy lejano de la moderación predicada por el profeta. Se extendió profundamente en el complejo mundo musulmán. Ese integrismo ha llevado al nacimiento de los talibanes y de unas declaraciones de guerra y predicaciones apocalípticas. De Irán a Afganistán, de Afganistán a Europa, de Europa a Estados Unidos. Al Qaeda y Herbolá hunden sus raíces ideológicas y religiosas en la predicación de Jomeini
La tercera gran revolución la estamos viviendo en estos días. Myanmar, la antigua Birmania, hace cerca de veinte años está sufriendo una de las dictaduras militares más sanguinarias y crueles en el Lejano Oriente. En esta sociedad plural y rica en historia y cultura, se tiene en gran estima a los bonzos, los monjes budistas. Y han sido ellos precisamente los que están encabezando unas protestas que pueden empapar de sangre el país o ser el catalizador de un nuevo cambio social en un gran país. Los ciudadanos, encabezados por unos 30.000 monjes budistas, han tomado las calles de Yangon a pesar de la amenaza de la Junta Militar de poner fin por la fuerza a las protestas callejeras que han alentado llamamientos a favor de la democratización del país.
Juan Pablo II desde el Cristianismo, Jomeini desde el Islam y los Bonzos desde el Budismo invitan a un cambio radical de la sociedad, a la revolución del siglo XXI. No se puede construir una sociedad sin el respeto a lo divino, a lo humano, a la naturaleza.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

CONSEJOS PARA SER BUEN CIUDADANO


El 11 de septiembre nos acaba de traer la memoria de uno de los ataques terroristas más terribles de los que se tiene constancia en la historia reciente de occidente. Si tuviéramos una perspectiva histórica más completa, veríamos que en la historia del continente americano hemos tenido muchas otras masacres con las que hemos empapado de sangre la tierra. Pero esas no cuentan.

La masacre de septiembre 11 ha provocado una búsqueda desenfrenada de todo aquel que no piense como el ciudadano americano promedio. De todo aquel que no consuma los mismos productos. De todo aquel que tenga otro color de piel. De todo aquel que no celebre ciertas fiestas, no hable inglés, no ponga banderas estrelladas y listadas en sus ventanas.
Y se está dando el caso de que, en un país de inmigración, son los emigrantes los que pagan las consecuencias. Esto está provocando que muchos emigrantes legales traten de hacerse ciudadanos, hecho que merece todo el respeto y despierta el apetito de inescrupulosos, ya sean políticos, abogados o aventureros.

Pero hay ciertas cosas que no se aprenden en tantos cursos como se ofrecen para obtener la ciudadanía. Simplemente cito algunas de ellas.
En primer lugar trate de comprarse un arma de fuego. Estudios recientes muestran que nueve de cada diez ciudadanos en este país posee una. La población mundial está en posesión de 670 millones de armas de fuego. En Estados Unidos solamente hay 270 millones de armas en circulación. Cada año se fabrican ocho millones de armas en el mundo. Cuatro millones y medio se venden en Estados Unidos.
En segundo lugar asegúrese que ha visto todas las películas de la serie La Guerra de las Galaxias, Rambo, Ocean Eleven, Die Hard y un largo etcétera donde se nos muestra el manejo de esas armas y sus efectos.
En tercer lugar no se olvide que cuando vaya a comprar un teléfono portátil, lo que va a adquirir es un instrumento con el cual puede escuchar música, sacar fotos, enviar correos electrónicos, guardar mensajes y, de vez en cuando, hacer llamadas telefónicas. Más de una hora me costó convencer al empleado de una tienda cuando fui a comprar un teléfono y le dije que quería un teléfono para hablar por teléfono. Me miraba como si fuera un marciano.

En cuarto lugar asegúrese de haber leído todos los libros de la serie de Harry Potter, el niño prodigio que entra en el mundo mágico y nos hace vivir unas fantasías e irrealidades como si fuéramos unos estúpidos. Quizás no haríamos una cola ante una librería para comprar una biblia, un libro de reflexión, una obra de los grandes maestros de la literatura y el pensamiento. Pero para el libro del niño de gafas de miope y cara de subnormal sí tenemos tiempo.

En quinto lugar no se olvide de la comida rápida, la que nos convierte en enfermos crónicos. Este es el único país donde los pobres están enfermos de obesidad y los niños, a partir de los once años, ya presentan enfermedades de adultos como la diabetes, alta presión y asma. Ni se olvide tampoco de comprarse unos calzoncillos con el nombre de la marca bien claro. Con los pantalones medio arrastrando y anunciando la marca de calzoncillos que usamos, pareceremos mejores ciudadanos. Es el American Way of Life.