Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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miércoles, 25 de noviembre de 2009

Del Once Nueve
Al Nueve Once

El mes de noviembre suele traernos recuerdos de muerte al igual que de vida. Lo comenzamos con las fiestas de halloween y los difuntos. Lo concluimos con la de Acción de Gracias. Este año debemos añadir también que noviembre es el mes del recuerdo y de la libertad. El 9 de noviembre de 1989, hace ahora 20 años, cayó el Muro de Berlín, símbolo de la opresión, el totalitarismo y la muerte. Fue un 11/9.
El pueblo norteamericano tuvo otro 11/9 hace 8 años, pero nosotros lo conocemos como el 9/11 Tal fecha marca el momento histórico quizás más triste en la corta existencia de este país.
Fue el día que se acabó un modelo de sociedad, de costumbres, de vida. Los símbolos del poder económico y militar fueron destruidos por unos fanáticos religiosos. América perdió su inocencia y su libertad ese día. Se nos metió el miedo en el cuerpo. Sembró de cadáveres muchas familias. Nos hizo ver al otro, al de distinta piel, distinto lenguaje, distintas creencias como un enemigo. El mundo no ha vuelto a ser el mismo desde entonces.
Para el continente europeo, y para el pueblo alemán en concreto, el 11/9 marcó también el final de un modelo de sociedad, de costumbres, de vida. En tal fecha cayó el Muro de Berlín, ese muro que fue símbolo de la opresión, de un modelo totalitarista de la sociedad, de una guerra fría. Fueron muchos los cadáveres que hubo que enterrar antes de destruir el Muro. Fueron muchas las familias divididas. Fue demasiado el sudor, la sangre, las lágrimas. Ese muro demostró que una ideología, un modelo político no puede secuestrar las ansias de libertad, de paz, de fraternidad de un pueblo, en este caso el pueblo alemán, que asistió al final de la opresión comunista con alegría y con el esfuerzo de toda una comunidad. La guerra, finalmente, se había acabado y empezaba un largo caminar hacia la libertad y la paz total. Y junto a los alemanes empezaron a vivir los polacos, los húngaros, los checos, en definitiva todos los que estaban arropados por el Telón de Acero. Empezaron a construir un mundo mejor del que habían recibido Fue un 11/9
Para el pueblo americano la caía de las Torres supuso también el levantar un nuevo Muro. No sabemos si de vergüenza como el de Berlín, o una nueva Muralla China, anacrónica en el tiempo y en la eficacia. Desde ese 9/11 hemos levantado muros. Unos físicos y otros psicológicos. Pretendemos que no entre nadie que nos contamine ni con sus ideas religiosas, ni con sus formas de vida, ni con sus olores, colores y sabores. Miles de kilómetros de muro para impedir que entren terroristas o emigrantes sin papeles (a veces no queremos distinguir unos de otros) que nos alteren la vida. Total, la puerta principal de entrada de los emigrantes potenciales terroristas está en las salas de partos de nuestros hospitales. Los nacimientos de hijos de emigrantes indocumentados superan con mucho a los de los ciudadanos del país.
Los Muros hemos visto a lo largo de la historia han retrasado el progreso y la libertad, pero no han impedido que el ser humano sea libre. El 11/9 nos lo demostró.

Tertuliasiglo21@aol.com

martes, 24 de noviembre de 2009

Thanksgiving

Con este pequeño video, les quiero desear a todos y cada uno de ustedes un Feliz Día de Acción de Gracia. Demos gracias a Dios por lo que tenemos y por que nos hace falta.

P. Tomas

martes, 10 de noviembre de 2009

OTRO ESPACIO, OTRA VIDA

Tiberiades, noviembre 2009
(foto: Nov. 12, 2009 Muro de los Lamentos, Israel)
Es difícil para el estilo de vida que llevamos en las modernas ciudades, el sacar tiempo para mirar hacia atrás. Pensamos que no hay nada más viejo que el periódico de ayer. Las personas y las cosas son útiles sólo hoy. La vida la hemos convertido en un correr, en un no mirar atrás.
Me encuentro una vez más recorriendo unos lugares donde la vida tiene un ritmo distinto. Un sentir distinto. Un sabor distinto. Donde se guarda el recuerdo del pasado para, desde el presente, proyectar el futuro.
Estoy escribiendo desde las orillas del lago de Tiberiades, en medio de Israel, o si se prefiere, en medio de la antigua provincia romana de la Galilea.
En esta tierra que vemos y distinguimos como peligrosa, incierta, sin futuro o con un futuro preñado de sangre sudor y lágrimas, la vida y sus ritmos son distintos. Violencia, intolerancia, fanatismos son los primeros pensamientos que tenemos ante las noticias que recibimos. Nada más falso. La violencia de la ciudad de New York por citar un ejemplo, es superior al promedio de todo el territorio ocupado por el Estado de Israel y el futuro Estado Palestino. La intolerancia a la que asistimos en la vida e instituciones americanas supera con creces a la existente en esta zona del mundo. Fanáticos los tenemos en ambas partes, siendo difícil el saber dónde, cómo y porqué de este fenómeno degradante, símbolo de la impotencia, la intolerancia y la capacidad de vivir respetando la realidad del otro ser humano.
La vida en esta parte del mundo está llena de ilusión. De amargas ilusiones pero ilusiones y esperanzas. Es cierto que intereses políticos y religiosos externos empapan de sangre muchas manos y vidas. Es cierto también que la corrupción de los políticos israelíes está llenando las cárceles y colapsando el sistema jurídico del país.
Es cierto que la crisis económica ha mordido la vida de millones de personas. Todo eso es cierto. Pero también es cierto que la vida aquí tanto en los territorios palestinos como en los israelitas tiene un sentido, un deseo de superación, de búsqueda de paz que no la vemos ni sentimos ni en los países europeos, cansados y viejos, ni en los Estados Unidos. Aquí las cosas y la vida se viven y sienten de otra manera. Hay una ilusión por la paz y la vida que no encontramos en otras latitudes. No se vive ni mejor ni peor. Se vive distinto, pero se vive. Cada día que amanece se nota que es una apuesta por la vida, aunque amanezca con nubarrones sombríos, pero amanece. Después de recorrer durante muchos años estas tierras y de convivir y conversar con unos y otros, con palestinos e israelíes, se llegan a varias conclusiones.
Primera de todas que ambos pueblos desean la paz y la tranquilidad.
Segundo que los israelíes necesitan a los palestinos y los palestinos a los israelíes.
Tercero que preferirían ambos pueblos vivir sin recibir las influencias y los dictados de gente extraña y externa.
Esta es su tierra y ellos la quieren controlar.
Cuarta, si se pudieran sentar en una mesa sólo palestinos y sólo israelíes, la paz pasaría de una posibilidad a una realidad permanente. Ambos pueblos están condenados a entenderse.
Tertuliasiglo21@aol.com