Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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sábado, 29 de agosto de 2009

NADA HUMANO ME ES AJENO

Con el fallecimiento del senador Edward Kennedy desaparece el único sobreviviente de una controvertida familia de origen irlandés.
El alcohol, Hollywood y la Política fueron los campos donde Joseph Kennedy forjó fortuna y fama, continuadas por sus cuatro hijos varones, todos ellos, excepto Ted, fallecidos en circunstancias trágicas y extrañas.
Aún se discute entre los historiadores qué pasó con el avión en que viajaba Joseph Jr durante la II Guerra Mundial en el momento de desaparecer.
Era la estrella del clan y el elegido para ser Presidente .
Al fallecer será John F. Kennedy quien ocupe su lugar y lleve a cabo el sueño del viejo patriarca de que uno de los suyos ocupara el sillón de la Casa Blanca.
Un francotirador solitario y extraño acabó con la vida de JFK.
Quizás algún día sepamos qué pasó realmente y quien estaba detrás del magnicidio de Dallas. Su hermano Robert asumió la responsabilidad de JFK, la de ilusionar a toda una generación y hacer realidad el sueño americano de libertad y progreso. Pero Robert se encontró con la muerte en el camino. Y al igual que la de su hermano, este crimen aún sigue esperando respuestas claras.
Edward tomó el liderazgo de la familia. Fue el León Audaz, el Patrón de causas justas y libertadoras. El Quijote de sueños imposibles. Acaba de fallecer como los viejos héroes del Oeste, con las botas puestas.
Pero toda obra de arte tiene luces y sombras para poderla apreciar en su totalidad. Sabemos de algunas de las luces de los Kennedy. También hubo sombras.
Durante la Ley Seca estaba prohibido el comercio de alcohol, pero no el de medicinas. Y algunos astutos comerciantes lograban comercializar el whisky como medicamentos. Joseph Kennedy fue uno de ellos.
El primogénito de la familia, Joseph, el héroe de la aviación americana, se había distanciado de su padre por el amor de una mujer con la cual estaba dispuesto a casarse en contra de la familia. Desapareció. Nunca se supo el cómo y el por qué
John fue un encantador de serpientes que ilusionó a toda una generación de americanos. Pero, ¿qué pasó con Bahía de Cochinos en el último momento? Por qué se envolvió en Viet Nam como lo hizo? ¿Cuán limpias fueron las elecciones que lo hicieron presidente? Y su relación con Marilyn Monroe? Y su activa vida sexual extramarital?
De Robert, Fiscal General de la Nación, siempre se dijo que sus amistades con elementos del bajo mundo y de las uniones obreras no eran muy limpias. ¿Por qué y por quién fue asesinado?
Edward se ha llevado a la tumba el misterio de una noche de verano en que murió una secretaria junto a la cual volvía de una fiesta. Sus infidelidades matrimoniales eran conocidas por todos. En la escuela fue un tramposo. Siendo estudiante universitario tuvo que tomar una clase de español. Cuando llegó el momento del examen final pagó a otra persona para que lo hiciera por él. La trampa se descubrió y tuvo un merecido castigo.
El país se benefició de los Kennedy, y ellos contribuyeron al bien del país. Los Kennedy nos recuerdan lo del poeta romano: “Nada humano me es ajeno”

viernes, 14 de agosto de 2009

ASI QUE PASEN
CUARENTA AÑOS:

En el antiguo Medio Oriente se creía que el número cuarenta marcaba el final de todo un proceso y de toda una generación. Tuvieron que transcurrir cuarenta días y cuarenta noches bajo agua para que apareciera un arco iris, un símbolo de diversidad y paz, al igual que otros cuarenta años hasta llegar a un espacio de libertad y sueño.
En estos meses extraños de un verano sin mucho calor, abundante en lluvias y tristezas por trabajos perdidos, economías inciertas, políticas extrañas, guerras sin fin y sin sentido, hemos asistido a celebraciones cuadragésimas.
Nos ha venido a la mente una década prodigiosa, la de los sesenta.
En aquella década tuvimos profetas, villanos y soñadores.
Fue la década en la que un viejo campesino italiano abrió las puertas y ventanas de la Iglesia Católica. Entró un vendaval que desempolvó la milenaria institución y la preparó para el futuro. Llenó de ilusión y esperanza a millones de personas. Su nombre era Giuseppe Roncalli. La historia lo recuerda como Juan XXI.
Fue la década en que un joven político, hijo de una rica familia irlandesa, trajo ilusión y deseos de cambios a la sociedad americana. El "no preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por él" sigue teniendo validez.
Fue la década en la cual estuvimos al borde de una hecatombe nuclear debido a unos misiles instalados a pocas millas de La Florida. Pero tres hombres audaces, Roncalli, Kennedy y Kruschev cambiaron el rumbo de la Historia y evitaron un holocausto nuclear.
Fue la década en la que llegamos a la Luna.
Fue la década también en la que empapamos toda nuestra América con sangre de líderes y soñadores. Los hermanos Kennedy, el Reverendo Martin Luther King, Ernesto Che Guevara, los estudiantes en la Plaza de Tlatelolco, los campesinos y ciudadanos anónimos víctimas de doctrinas de seguridades nacionales.
Fue la década en la que lo mejor de la sociedad norteamericana empapó con su sangre las junglas del Sudeste Asiático. Cuarenta años después esas muertes siguen sin tener sentido.
Fue la década también de las protestas estudiantiles. Aquellos hijos de la sociedad renacida de las cenizas de un mundo arrasado por la guerra, se volvieron exigentes. Organizaron huelgas. Gritaron cambios.
Alteraron el mundo. Mayo del 68 ha pasado a la historia como el año decisivo de dicha década. Entre los que tiraban piedras, quemaban gomas de auto, fumaban marihuana, se emborraban con vino barato, hacían el amor en cualquier lugar propicio, arreglaban el mundo con sus teorías descabelladas, figuraban norteamericanos con apellido Clinton, ingleses con apellido Maior, alemanes apellidados Schroeder, franceses conocidos como Sarkozy. Eran de los jóvenes melenudos que gritaban: "Seamos consecuentes, pidamos lo imposible".
Fue la década en la que cuatro músicos procedentes de un mundo marginal de Liverpool marcaron con su ritmo y su música el mundo.
Y fue un día el 15 de agosto de 1969 en que todos esos locos, marihuaneros, pacifistas, soñadores se juntaron durante tres días para hacer el amor, cantar a la paz, soñar con un mundo nuevo. Eso fue hace cuarenta años en Woodstock.
¿Dónde están los soñadores, los villanos, los profetas, los cantantes, los poetas de los próximos cuarenta años? Los necesitamos.

Tertuliasiglo21@aol.com