Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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sábado, 15 de mayo de 2010

LOS OTROS EMIGRANTES

Los Estados Unidos es una nación multicultural y multiétnica. Ha sido tierra de acogida para todos aquellos que en sus naciones sintieron coartados sus derechos fundamentales como seres humanos: libertad de culto, libertad de pensamiento, libertad de acción y de construcción de su propio futuro. Un pedazo de bronce en forma de mujer a la entrada del puerto de Nueva York nos recuerda la libertad que todos anhelamos.
La nación americana está hecha de emigrantes. Los ha habido, y siguen llegando, de todas las razas, credos y lenguajes. Pero desafortunadamente esas puertas de la libertad empiezan a cerrarse o empiezan a prejuzgar y rechazar.
Los que vienen a regar con su sudor los campos sembrados de diversos productos necesarios para una vida sana para todos no son bien vistos. Los que vienen a limpiar nuestros hoteles, servir de niñeras para nuestros bebés o de cuidadores de nuestros ancianos no son bien recibidos. Los que vienen a trabajar en nuestras factorías por unos salarios de esclavitud, de miseria y explotación, no son aceptados con todos sus derechos. Los que vienen a levantar nuestros edificios, construir nuestras carreteras, reconstruir nuestras ciudades, no son justamente pagados.
Sin embargo dimos acogida a un grupo de emigrantes a los cuales no les exigimos gran cosa, tan solo que tuvieran una cuenta de banco. Ellos se matricularon en escuelas de aviación, aprendieron a volar aviones y terminaron hundiendo las Torres Gemelas y robándonos la tranquilidad y la paz. Meses después de la tragedia de Septiembre 11 el Servicio de Emigración autorizó a algunos de estos emigrantes asesinos a residir en el país.
No tuvimos problema en montar en un avión a un ciudadano que llevaba en sus zapatos un artefacto explosivo. Gracias a él ahora cada vez que tenemos que tomar un avión nos tenemos que quitar los zapatos.
No tuvimos problema en acoger en nuestra ciudad a cierto ciudadano que intentó volar un avión con explosivos escondidos en su ropa interior. Su propio padre había avisado del peligro de este fanático. Pero venía en avión, con papeles y cuenta en el banco. Ciudadanos conscientes evitaron una tragedia.

No se investigó a un emigrante nacionalizado americano que vivía en un vecindario de clase media, ejecutivo . Gracias otra vez a un anónimo ciudadano se evitó otra tragedia en Times Square, donde trató de explosionar un automóvil

Antes los terroristas tenían que cargar con sus armas y artificios letales para llevar a cabo sus misiones suicidas y criminales. Ahora tan solo necesitan entrenamiento y mentalización. En cualquier lugar del país pueden obtener cualquier clase de armas. Para comprar una cajetilla de cigarrillos nos piden identificación y tener 21 años. Para comprar un arma basta tener 16 años y una licencia de manejar automóviles.

Los agricultores, albañiles, cuidadores de ancianos y bebés, limpiadores de pisos e inodoros, no son acogidos. Los antepasados de muchos de ellos fueron los primeros habitantes de algunos estados que forman hoy la Unión Americana. Los descendientes han venido a construir un país y una vida nueva. No son bien vistos. No traen papeles ni dinero, ni rezan mirando al este. Beben alcohol, comer carne de cerdo, y sus mujeres caminan libremente por las calles sin taparse. Son los otros emigrantes.


Tertuliasiglo21@aol.com