Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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domingo, 25 de julio de 2010

NO IMPORTA EL COLOR DEL GATO

July 25, 2010

Den Xiao Ping, quien fuera una de las mentes más preclaras de la Humanidad, el Pequeño Mandarín como cariñosamente se le conocía en muchas cancillerías, acuñó una frase que refleja un poco la actual situación que se está viviendo en China. Para Den no importaba si el gato era blanco o negro, lo que importaba era que cazara ratones. Así es China.

China ha sido un mundo que ha vivido dentro de sí mismo por varios milenios. La construcción de la Muralla significó no solo un impedimento para que otros pueblos les invadieran. También sirvió para forjar una mentalidad, una visión de la vida y de las cosas. Se formó un mundo dentro de otro mundo. En esa especie de vasija, el Tao como lo definía un gran pensador, han vivido y se han formado por miles de años millones de chinos. Lograron organizar una serie de dinastías enrevesadas y complicadas gracias a las cuales pudieron mantener al pueblo en un estado de sumisión, creatividad y miedo. Eso no impidió unos progresos e inventos que aún hoy sorprenden.

Pero el mundo no es China solamente. A lo largo de los siglos ha habido lugar para otras culturas, otros pueblos, otros mundos. Y al comienzo del tercer milenio del nacimiento de un judío marginal en una oscura región del Imperio Romano situada cerca de las rutas de las caravanas que venían precisamente a China, se ha dado un encuentro de culturas y formas de vida. Ya no sirven las murallas. Las caravanas, de una forma u otra, lograron penetrar en el intrincado y misterioso mundo chino.

Por miles de años los chinos vendieron especias, sedas, filosofías y misterios. Ahora se han convertido en compradores. Están comprando modelos de vida, de consumo, de crecimiento. Tal pareciera como si los miles de años que han estado desconectados con Occidente desearan recuperarlos. No importa lo que sea, todo se compra e imita. No importa el color del gato, la cuestión es comprar, fabricar, revender.

El Occidente decadente engendró grandes cambios en su sociedad. Hemos asistido en los últimos cincuenta años a las más profundas transformaciones de su Historia. Una de ellas lo es la llamada Globalización, fenómeno viejo con palabras nuevas. Al fin y al cabo las Rutas de las Caravanas que empezaban en Europa y terminaban en la capital imperial china eran formas globalizadas de comprar y vender. El mismo emperador que se mandó construir un mausoleo con ocho mil soldados para su defensa en el otro mundo, el mismo que empezó la Muralla, nos sigue recordando que China sigue siendo otro mundo dentro de una muralla. Entran modelos y productos económicos, entran nuevas creencias y formas de vida. Se montan espectáculos planetarios como las Olimpiadas y la Expo de Shanghái para que sean el espejo de la vida china.

 Pero el alma china sigue dentro de una muralla mental. Su rostro sin expresión, su idioma complicado y enrevesado, su mirada triste y lejana, su música melancólica triste y monótona nos lo sigue recordando. Da igual haya progreso económico o no. Da igual sus grandes espectáculos y progresos. Da igual el gato sea blanco o negro,

Da igual que pueda comunicarse con casi todo el mundo fuera de su muralla. El chino sigue teniendo el alma triste.

Desde China, julio 2010
tertuliasiglo21@aol.com

SE ACABARON LAS PATADAS

Julio 11, 2010

Es un tanto difícil poner una fecha cuándo la comunidad humana empezó a utilizar el juego como parte de su vida cotidiana. Eran una especie de ritos religiosos con implicaciones políticas y sociales. Los romanos fueron los más astutos en el uso de los juegos. Cuando observaban que las cosas se complicaban políticamente y no deseaban que el pueblo se levantara ante la corrupción y la ineficiencia gubernamental, inventaron el concepto de Pan y Circo. Llenar las barrigas y satisfacer los instintos más bajos de violencia y sexo en el Circo. Basta recordar los gladiadores romanos. La Edad Media nos trajo los Torneos de Caballeros que, armados de largas lanzas, envueltos en trajes de lata y a lomo de veloces caballos, se caían a bofetadas para honra y prestigio de no se sabía qué.

Se desconoce de quién fue la idea de entretener a la gente dándole patadas a un objeto redondo que daba vueltas. Fue en pleno apogeo del Imperio Inglés cuando alguien inventó aquello de utilizar las patas para empujar pelotas, y se acuñó el concepto del foot ball, la bola de los pies, el fútbol. Así nació una especie de religión, un becerro sagrado al cual hemos construido templos que acogen cientos de miles de personas puntualmente cada domingo. Todas las semanas en la mayoría de los países donde se practica este rito-entretenimiento-negocio-deporte se para la vida para asistir o enterarse qué han hecho o conseguido 22 hombres en calzoncillos vestidos con una camiseta y corriendo como locos detrás de una bola de cuero llena de aire en una verde pradera a la cual salen como locos haciéndose la cruz y elevando los ojos al cielo como en éxtasis cuando en la vida normal no pisan un templo. Los controla otro individuo con un silbato en la boca y acompañado por otros dos con sendas banderitas. No se necesita ser muy inteligente para saber que este invento mueve mucho dinero. Y alguien hace años tuvo la feliz idea de convocar cada cuatro años a los representantes nacionales de esa nueva religión.

Según los organizadores, por cada asistente que va al estadio de fútbol en un encuentro de los campeonatos del mundo, hay detrás mil personas viéndolo por televisión. Se calcula que en el Campeonato Mundial de Alemania 2006 los 64 partidos que se celebraron tuvieron una asistencia presente y televisiva de 26 mil millones de espectadores, más de 400 millones por juego.

El mundial de este año ha concluido. Una gran oportunidad para anunciar cervezas americanas, automóviles japoneses, teléfonos de Singapur, camisetas de Sri Lanka y Bangladesh, comidas rápidas saturadas de colesterol y grasas, andar en pelotas por las calles de Buenos Aires, vuvucelas sudafricanas hechas en China. Mientras nos entretenemos en ello nos olvidamos de Haití que sigue sufriendo, que en Arizona andan a la caza y captura de indocumentados, que nuestros muchachos siguen cayendo en Iraq y Afganistán, que nuestras playas están embadurnadas de petróleo, que hay demasiados sin trabajo y no tienen subsidios de ninguna clase. Nos preocupan más 25 hombres en calzoncillos detrás de una bola que ya ni siquiera es de cuero.

Si no existiera el Mundial de Futbol habría que inventar algo que nos una y haga sentirnos solidarios y alegres olvidándonos por unas horas de las tristezas de la vida.



Tertuliasiglo21@aol.com

POR UNAS HOJAS DE TE

Junio 30, 2010

Todo comenzó por culpa del impuesto a unas hojas de té. Fue en Boston,
allá por el año mil setecientos y pico. Los habitantes de 13 Colonias decidieron no pagar la subida en las tasas del té importado. Y se formó un gran lío que concluyó un 4 de Julio del año 1776, o sea hace 234 años, con la Declaración de Independencia de las Trece Colonias. De esas colonias nacieron los primeros Estados de lo que sería posteriormente la República de los Estados Unidos de América. Los dos últimos en entrar a formar parte de la Unión fueron Hawai y Alaska en 1958. O sea se necesitaron 182 años para configurar el país como lo conocemos hoy.
Todos los años nos reunimos para recordar aquel motín, aquella proclama y aquel sueño de libertad e independencia hecho realidad. Tiramos cohetes, nos vamos a playas y parques, asamos hamburguesas y salchichas, compartimos con la familia.
Sin embargo poco queda de aquel primer espíritu de rebeldía e independencia. Se rebelaron por no pagar unos centavos de más por el té a una potencia extranjera. Pero nosotros pagamos nuestra gasolina a unos excéntricos jeques árabes que suben los precios cuándo y cómo les da la gana. Hace 70 años invadimos y destruimos Japón y Alemania. Hoy ellos nos invaden con carros de lujo y alta tecnología

Cuando el 4 de julio vayamos a compartir con la familia en parques y playas estaremos comiendo ensaladas y frutas cultivadas en Chile, Ecuador, México o Australia. Las basuras que dejemos esparcidas por nuestras calles y parques serán recogidas por inmigrantes, muchos sin papeles, trabajadores que se comunican en idiomas que no son el inglés, que rezan mirando a la salida del sol. Admiraremos unos magníficos fuegos artificiales elaborados en oscuras factorías de China. Nos comunicaremos a través de teléfonos, Ipods, Ipads, computadoras y redes inalámbricas fabricadas en Japón, Singapur, México, China e India. Enarbolaremos banderas de las rayas y las estrellas fabricadas en China. Disfrutaremos de juegos de softbol con bolas costarricenses. Caminaremos cómodos en pantalones cortos y camisetas fabricados en Bangladesh y Sri Lanka.
Esos deseos de independencia y libertad siguen legítimamente vivos en el alma americana. Bien es verdad que hemos metido las narices donde no nos llamaban para imponer libertades y democracia. Por eso nos enfangamos en las junglas de Viet Nam, nos quemamos en los arenales de Iraq, nos estamos congelando en las montañas de Afganistán detrás de terroristas fanáticos y traficantes sin escrúpulos.

En la vida todo tiene un precio. A veces en vidas humanas, la riqueza más grande y noble de Estados Unidos. También en dineros y bienes Nos hemos endeudado hasta las cejas tomando prestado a todo aquel que nos prestó. Ahora China nos tiene amarrados con más de un 50% de nuestra deuda, Europa nos hace tambalear con sus políticas monetarias embusteras. Los especuladores crecen como hongos.

Ante un aniversario más de la Independencia USA, aunque estamos endeudados, embarradas nuestras costas de petróleo, con generales con lengua larga y respeto corto hacia autoridades y tropas, con incertidumbres de qué pasará mañana, sin embargo nos alegramos y luchamos con ilusión y esperanza por construir un país y un mundo mejor del que hemos recibido de nuestros mayores a los que honramos y respetamos

Tertuliasiglo21@aol.com