Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

Seguidores

jueves, 8 de septiembre de 2011

SEPTIEMBRE 11

Columna del Domingo Septiembre 11, 2011
“Recuerde el alma dormida,
Avive el seso y despierte
Contemplando cómo se pasa la vida
Como se viene la muerte,Tan callando”
Han pasado diez años de aquella mañana tranquila de un martes de septiembre. Muchos volvían de sus vacaciones. Otros iban a su rutina de trabajo en el Centro Mundial del Comercio. Y, repentinamente, todo cambió para siempre. Unos fanáticos, en nombre de un Dios y de una Religión de Paz, nos metieron la guerra, el odio y la destrucción en la casa, en el cuerpo, en el corazón y, lo que es peor, en el alma. Se pasó de la sorpresa al rencor.
Quedamos anonadados por tanta barbarie, por tanto odio, por tanto sinsentido. Nos tumbaron las Torres del Dinero y nos destruyeron el Castillo de las Armas. Nos sentimos, en un momento dado, desprotegidos, solos, abandonados.
Ya pasaron diez años de esa tragedia y ya es hora de pensar con serenidad y calma lo que dicha tragedia significó. Aquellos hechos fatídicos ocurrieron en el noveno mes del nuevo milenio. En el noveno mes del año 2001. Tal fuera como si la Humanidad hubiera estado preñada y, a los nueve meses, nos brindara una vida nueva.
Cuando una mujer da a luz, la criatura sale llorando, rasgando, embadurnada en sangre y todo es dolor y lágrimas para la madre y para el bebé.
A partir de que bebé abre sus ojos al mundo, se le cambia la vida a todos los que viven alrededor. No es difícil pensar que el 11 de septiembre del 2001, hace 10 años, fue el día del nacimiento del siglo XXI, el día que cambiaron nuestras vidas para siempre.
El siglo XX lo llenamos de guerras, de odios, de destrucciones, de divisiones, de holocaustos, de sangre, sudor y lágrimas.
El Siglo XXI nació destruyendo los símbolos del poder económico, del poder militar, de todo aquello que caracterizó al siglo XX. Un bebé al nacer se siente desvalido, solo, necesitado de cariño. Y si no lo recibe, se convierte en un monstruo, en un ser sin sentido, egoísta, sin valor alguno.
A lo largo de los últimos diez años eso es lo que nos ha dado el siglo XXI: atentados en Madrid, en Londres, tierra arrasada y vidas destrozadas en Irak y Afganistán, revueltas en Egipto, Túnez, Israel, Libia empapada de sangre, economías y familias al borde del abismo y la desesperación por falta de trabajo y de futuro.
Odio al emigrante y al que reza distinto, viste distinto, habla distinto. El niño que dimos a luz hace ahora diez años tiene rostro y acciones de monstruo.
Al recordar tanta calamidad y tanta tristeza viene a la mente el reto que lanzara un presidente hace 50 años a la sociedad americana, que no le preguntáramos al país qué hace por sus ciudadanos, sino qué hacen los ciudadanos por su país.
Una nación que surgió al amparo de Dios, al mismo al que cantamos que bendiga América, que es Amor, que es lento a la ira y rico en piedad, tendríamos que rogarle que nos ayude a construir un mundo mejor del que hemos recibido de nuestros mayores, ese mundo que hemos inundado con la sangre de hombres y mujeres honestos en estos diez años. Entre tanta muerte, odio, violencia y destrucción, ¿dónde está Dios?


Tertuliasiglo21@aol.com

miércoles, 7 de septiembre de 2011

ASI QUE PASEN DIEZ AÑOS

 Fue un 7 de septiembre de hace diez años cuando empezamos una aventura en la ciudad de Nueva York cuyo fin vislumbramos lejano. Un grupo de personas inquietas se habían juntado para conversar y compartir inquietudes.
Habían observado que una gran cantidad de hispanos en la ciudad nunca tuvieron acceso a una educación religiosa normal. Ni siquiera a veces a la escuela elemental. Fueron muchas las opiniones, los discursos, las reflexiones. Todo fue un gran descubrimiento, el del hambre y sed de conocer,de compartir, de sentirse seres humanos aceptados y respetados. Aquella reunión recordaba la historia de la sopa de piedras. Todos tenían hambre y necesidad de llenar no ya sus estómagos cuanto sus corazones e inteligencias. A uno del grupo se le ocurrió buscar una lata, agua y unas piedras puestas a hervir. Un poco loco ¿no? Pero a esas piedras se le unieron muchas otras cosas. El primer plato servido de aquella sopa fue un Programa de radio, la Tertulia. Se transmitía los viernes en la noche. Luego vinieron más días. De lunes a viernes en la noche y de propina los domingos una hora para la Santa Misa. Casi dos años estuvimos luchando, sembrando ilusiones. De allí brincamos a otras emisoras, a otros tiempos, pero siempre con la misma ilusión. Curando heridas. Compartiendo alegrías y esperanzas. Al plato de la radio siguió el de los seminarios, y el de las peregrinaciones, y el de los folletos, y el de las misas y lugares de encuentro y oración.
Cuando nos vinimos a dar cuenta habíamos dado forma a una Organización, Descubriendo el Siglo XXI. No pretendíamos, ni pretendemos, otra cosa que servir, acompañar, alegrar la vida, enseñar a nuestros hermanos, a todos aquellos con los que caminamos día a día y con los que compartimos alegrías y penas, esperanzas y tristezas.
Hoy cumplimos nuestro primer decenio. Cuántos más cumpliremos no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que enfermos de sida pudieron encontrar ayuda y consuelo.Que los odios de familiares de presos pudieron sanarse. Que mujeres y hombres violados escucharon una palabra de consuelo. Que muchos presos sintieron que los barrotes de sus celdas eran más llevaderos. Que alguno no se quitó la vida por nuestro programa. Mientras tanto husmeando nuevos caminos por aquello de no estarnos quietos descubrimos las redes sociales, Facebook, twitter, sónico, Hi5, MySpace, y un largo etcétera que nos ha metido en muchos hogares y corazones. No hemos pretendido otra cosa que la de sembrar alegrías, dar apoyo, hacer sentir que no estamos solos y que la vida merece la pena vivirse. En el largo caminar de la vida, en ese camino que se hace al andar, nos han acompañado creyentes de todas las tradiciones religiosas presentes en nuestra comunidad. Con ellos y por ellos hemos aprendido que lo que no se conoce, no se respeta, lo que no se respeta, no se ama.
Y seguimos caminando. Que cuando nos llegue el atardecer de la vida, cuando debamos rendir cuentas, que al menos nos encuentre luchando y sembrando amor y respeto.
Con cariño y respeto


Padre Tomás del Valle y Equipo Descubriendo el Siglo XXI

martes, 6 de septiembre de 2011

CARTA ABIERTA A NUESTRA COMUNIDAD HISPANA

Columna de casi 15 Años atrás, cuando no sabia todavia como colocar fotos en mis blogs. Se las envio hoy otra vez.

Domingo Septiembre 16, 2001


Querido Hermano:


Quizás hoy más que nunca debo desearte alegría y esperanza.
Hace unos días el mundo, esa aldea grande donde todos vivimos, por poco se nos viene abajo. Unos fanáticos, en nombre de un Dios y de una Religión de Paz, nos metieron la guerra, el odio y la destrucción en la casa, en el cuerpo, en el corazón y, lo que es peor, en el alma.
Hemos pasado de la sorpresa al rencor. Nos hemos sorprendido por tanta barbarie, por tanto odio, por tanto sinsentido. Se nos cayeron las Torres del Dinero y nos destruyeron el Castillo de las Armas. Nos hemos sentido, en un momento dado, desprotegidos, solos, abandonados. Y, estrujándonos el corazón, hemos empezado a remover los escombros por ver si encontramos algún sobreviviente, o los restos de alguno de los nuestros, que fueron de los que más sufrieron y desaparecieron.


Como te decía antes, han pasado varios días de esta inmensa tragedia.

Y una vez que se ha disipado el polvo y el humo ha dejado de llenar nuestro espacio, es bueno que empecemos a pensar qué lecciones podemos aprender de todo esto, ya que, sin duda, las hay. A mí se me ocurre lo siguiente. Fíjate que los hechos fatídicos ocurrieron en el noveno mes del nuevo milenio. En el noveno mes del año 2001.


Es como si la Humanidad hubiera estado preñada y, a los nueve meses, dio a luz. Cuando una mujer da a luz, la criatura sale llorando, rasgando, embadurnada en sangre y todo es dolor y lágrimas para la madre y, a veces, para el bebé.

Desde el momento de un nuevo nacimiento se le cambia la vida por completo a los padres. Pues pensemos que el 11 de septiembre fue el día del nacimiento del siglo XXI. El siglo XX lo llenamos de guerras, de odios, de destrucciones, de divisiones, de holocaustos, de poderes.


El Siglo XXI ha nacido destruyendo los símbolos del poder económico, del poder militar, de las seguridades, de las cosas materiales, de todo aquello que caracterizó el siglo XX. Nos ha cambiado la vida a todos. Un bebé cuando nace se siente desvalido, solo, necesitado de cariño. De otra forma se convierte en un monstruo, en un ser sin sentido, egoísta, sin valores algunos.


Ante las voces de rechazo, de odio, de negación que estamos oyendo, las mismas que tenemos ante un hijo no deseado, hagamos posible que se hagan realidad las otras voces, las de la comprensión, las de la paz, las del amor, las de la ausencia de violencia.
Hemos parido una nueva criatura, el siglo XXI. Vamos a pedirle a Dios, a ese Dios al que cantamos que bendiga América, a ese Dios que es Amor, a ese Dios que es lento a la ira y rico en piedad, a ese Dios que es Padre, que nos enjugue nuestras lágrimas y nos ayude a construir un mundo mejor del que hemos recibido de nuestros mayores.
Que Dios tenga piedad de nuestro pueblo, de ese pueblo que se nos muere muchas veces de nada, y nos bendiga a todos.
Con cariño.
Padre Tomás