Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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viernes, 19 de octubre de 2012

TENGO UNA PREGUNTA PARA USTED

Octubre 21, 2012 Según la Constitución, cada cuatro años los ciudadanos son llamados a elegir a su Presidente y Vicepresidente. 
Una vez ejercido el voto, toca todo un ceremonial para la toma de posesión. Y al día siguiente empieza la campaña oficiosa para la relección. 
Encuestas de análisis, proyecciones, etc. El cuarto año de toda presidencia está marcado por unas campañas salvajes de captación de votos. Todo vale, al menos así parece, con tal de obtener votos. Desde la campaña electoral que enfrentó a John F. Kennedy y Richard M. Nixon se introdujo un espectáculo más en las contiendas electorales: los debates entre los candidatos a través de la televisión. Este año toca elegir a las dos personas que en los próximos cuatro años regirán los destinos de Estados Unidos y, en cierta forma, del mundo. Hasta el momento ha habido de todo en las campañas de ambos lados.

También debates. En el último de ellos hubo un grupo de ciudadanos con derecho al voto que hicieron una serie de preguntas a los candidatos, los cuales trataron de resolver y clarificar. Si hubiera tenido la oportunidad de participar en dicho debate habría hecho ciertas preguntas a los candidatos, como por ejemplo, ¿por qué nos engañan con la reforma migratoria? Según datos hay unos 12 millones de personas en el país sin documentos de residencia. Son doce millones que trabajan con salarios por debajo de lo legal. Están manteniendo una economía sin control. 
El legalizarlos supone que los salarios deben ser los justos, las condiciones de trabajo las legales, los derechos, todos los que marca la ley. Obviamente también las obligaciones. Eso supone unos costos extra que las empresas y las agencias gubernamentales no están dispuestas a asumir. ¿Por qué nos hablan del derecho a la vida del no nacido y no del ya nacido que está desempleado, vive en apartamentos insalubres, no tiene para sus medicinas, lo rechazamos por el color de su piel, por sus creencias, porque habla un idioma distinto? Hay cerca de un 47% de esa la población que tiene que vivir gracias al gobierno porque muchos de ellos no han tenido acceso a un trabajo digno, a una educación, a un modo de vida como todo ciudadano se merece. 
¿Por qué se abandona a lo mejor de nuestra juventud que ha servido en las fuerzas armadas, en guerras sin sentido (¿alguna lo tiene?) que al regresar al país son tratados como apestosos, sin derechos, viviendo del welfare y de la caridad, víctimas del alcohol, las drogas, la depresión y el suicidio? ¿Por qué no nos preocupamos de nuestros ancianos? 
Si hoy los Estados Unidos es un país libre, grande, acogedor, se debe a tantos ciudadanos anónimos que construyeron la sociedad que vivimos y disfrutamos. Ahora son ancianos y no nos preocupamos ni siquiera de que puedan comprar sus medicinas y de que vivan su ancianidad con dignidad. ¿Por qué montamos factorías en otros países donde producimos muchas de las cosas que se podrían hacer en Estados Unidos? ¿No será que las instituciones que nacieron para ayudar a los trabajadores ya no sirven, que se preocupan más de sus intereses que del trabajador? Son muchas las preguntas que tenemos derecho a que se nos aclaren. Hagámoslas y en conciencia votemos. Al que sea. Pero votemos. No nos quedemos en casa el día de las elecciones. 
Tertuliasiglo21@aol.com 

jueves, 4 de octubre de 2012

DIOGENES, ¿DÓNDE ANDAS?

Octubre 07, 2012      Cuenta la Historia que en Corinto, hace par de miles de años, vivía un tipo nada convencional. Medio excéntrico. Un tonel de madera era su morada. Apenas cubría su cuerpo.
El comer, beber y acumular no entraban en sus prioridades. Era conocido, respetado e insultado con frecuencia. Sus consejos eran escuchados. En cierta ocasión se le vio caminando por medio de la ciudad, a pleno sol del día, con una lámpara encendida tratando de buscar algo.
La reacción de la gente fue variada. Unos pasaron de largo ignorándolo. Otros se rieron de él. Una nueva loquera de Diógenes. Pero alguno se acercó y le preguntó qué buscaba. Enderezándose, miró a los ojos del que le cuestionaba y simplemente le respondió: “busco un hombre” Habría que resucitar a Diógenes para que nos ayude a buscar un hombre. O una mujer. Que nos ilusione.
Que nos ayude a soñar. Que nos dirija. Que infunda esperanza y razones para vivir, para luchar, para construir un mundo mejor del que hemos recibido de nuestros mayores. No tenemos líderes que nos convenzan, ilusionen y dirijan. Hace unos días tuvimos un debate presidencial donde uno de los candidatos se presentó con cara de aburrimiento, con promesas difíciles de cumplir y más difícil de creer. Poco ilusionante. Era un trámite más en la Campaña Electoral: discutir cara a cara con el contrincante. El otro dando unas esperanzas de un más de lo mismo, el poder para el dinero, por el dinero y sobre el dinero. Cómo se consigue, cómo se gasta. En estos días estamos asistiendo a una elección presidencial en América Latina que nos da dos opciones: o más de lo mismo, sangre sudor y lágrimas con fórmulas trasnochadas, llenas de populismos, violencia, corrupción, que han demostrados ser ineficaces. O también unas concertaciones de poder para salir de las situaciones de pobreza y miseria. Europa anda a la deriva. Se hecha de menos figuras como el cuarteto formado por Adenauer, De Gaulle, De Gasperis y Strauss, Padres de la Unificación Europea en los años cincuenta. Sus sueños de unidad y respeto desde la diversidad se han convertido en la pesadilla del euro, en un continente falto de liderazgo, cada vez más viejo y sin cambio generacional. Se vive un invierno de ilusiones y vida sin perspectivas de una primavera de esperanza. Lejos quedan aquellas consignas de los sesenta: “seamos consecuentes, pidamos lo imposible” “la imaginación al poder”. ¿Dónde están los Yeltsin y Gorbachov que ayuden a tumbar el Telón de Acero que nos impide ver más allá de nuestras narices? ¿Dónde están los Kennedy –“ciudadano no preguntes lo que el país hace por ti, sino qué haces tú por el país”-y los Reagan que ilusionaron y alentaron a la sociedad americana y le dieron el sentido de orgullo y dignidad para construir una América más fuerte a través de la paz, un mundo mejor, ayudando a terminar con totalitarismos? ¿Dónde están los Juan Pablo II y los líderes religiosos que invitaban a construir un mundo en el cual tuviera cabida Dios, un mundo donde no hubiera miedo a vivir y construir la paz a través del respeto? Diógenes ¿dónde andas? Ven con tu lámpara. Ayúdanos a buscar un líder que nos ilusione, nos ayude a construir un mundo mejor. Los que se dicen líderes no nos retan, no sirven.
 Tertuliasiglo21@aol.com