Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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viernes, 9 de mayo de 2008

CUARENTA AÑOS DESPUES

"Seamos consecuentes, pidamos lo imposible" fue el lema que muchos estudiantes gritamos siguiendo el
ejemplo de nuestros colegas franceses en un mes de mayo de un lejano 1968. Queríamos cambiar el mundo..

No nos gustaba lo que estábamos viendo y viviendo.
Fue el año en que desaparecieron Robert Kennedy y Martin Luther King dos soñadores para un pueblo.
Fue el año en que los verdes campos de Viet Nam se enrojecieron con la sangre de la juventud norteamericana. Fue el año en que las primeras desilusiones de la Revolución Cubana empezaron a sentirse. Fue el año en que el LSD, los hippies, los movimientos pacifistas, el amor libre llenaron los campus universitarios de Estados Unidos.

Fue el año del Black Power, los Young Lords, las Olimpíadas de México, la masacre de Tlatelolco
Fue el año de los grandes éxitos de unos melenudos de Liverpool, los Beatles, quienes con su música, su estilo, marcaron una generación, crearon un modelo de ser y estar en el mundo, dictaron unas modas y formas de vivir.
Fue el año de las melenas, los bellbottoms, la marihuana barata, el hacer el amor no la guerra, el pacifismo, el yoga y San Francisco de Asís.
Fue el año en que William Jefferson Clinton, en Estados Unidos, Anthony Blair, en Inglaterra y Gerhard Schroeder en Alemania eran inquietos estudiantes melenudos y alborotadores, más preocupados por el sexo que por la guerra, soñando en grandes cambios entre cigarrillo y cigarrillo, trago y trago.
Fue el año en que quemábamos las tarjetas del Servicio Selectivo.
Fue el año de la Primavera de Praga, la segunda gran fisura en el férreo bloque soviético, la que se saldó sin un disparo, a diferencia de la húngara doce años antes que empapó de sangre las calles de Budapest.
Fue el año en que los Obispos Latinoamericanos se reunieron en Medellín para adaptar a la realidad latinoamericana las conclusiones y los documentos del Concilio Vaticano II.
Fue el año de la Opción Preferencial por los Pobres de la Iglesia Latinoamericana.
Fue el año del nacimiento de la Teología de la Liberación, de cristianos por el Socialismo, de la visita del Papa Pablo VI a Colombia.
Fue el año en que nos volvimos locos, soñadores, inconformistas, rompedores de modelos y estereotipos.
No servía el mundo nacido de las ruinas y cenizas de la segunda guerra mundial. Corea con su guerra inacabada,la lucha por la independencia de Argelia llenando de piet noir Francia, las represiones y dictaduras latinoamericanas, los gulags rusos, los fascismos soterrados en Europa, fueron el caldo de cultivo de las revueltas estudiantiles de Mayo de 1968 en la Universidad de París. Allí empezó todo. Y de allí se extendió por todas partes. No nos gustaba el mundo que nos presentaban nuestros mayores. No sabíamos cómo, pero quisimos cambiarlo
Cuarenta años después, aquellos estudiantes que hacíamos manifestaciones, que tirábamos piedras a los guardias, que quemábamos gomas de carros, que nos emborrachábamos con vino barato, que interrumpíamos clases, hacíamos manifiestos o formábamos líos en los campus universitarios, tenemos responsabilidades en la sociedad. Algunos son respetables padres de familia estrictos con sus hijos, olvidando su pasado. Otros gozan de una serena jubilación. A muchos se les olvidaron sus inquietudes revolucionarias. Son recuerdos de un pasado que quisieran olvidar. Unos pocos todavía seguimos creyendo que podemos construir un mundo mejor. Seguimos luchando y exigiendo lo imposible

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