Por Padre Carlos A. Mullins
"Navidad que vuelve, tradición del año, unos van alegres y otros van llorando".
Al acercarse la tradicional fiesta de Navidad, volvemos a escuchar los versos de este popular villancico puertorriqueño.
En pocas y simples palabras sintetiza la dramática ambivalencia de la Navidad.
Para unos, la celebración del nacimiento del niño Jesús es motivo de gozo, de paz y de amor.
Para otros, en especial para los inmigrantes, esta festividad encierra la posibilidad de una trágica experiencia.
Un inmigrante es un ser humano trasplantado de su suelo natal y destinado a vivir en un entorno cultural al cual tal vez nunca logre adaptarse.
La nostalgia es la compañera inseparable de quien, por libre determinación o impelido por causas ajenas a su querer, un día tomó la dura determinación de abandonar el suelo patrio para iniciar la aventura del exilio.
Unos lograron adaptarse al nuevo ambiente y se sienten felices y realizados.
Otros, en cambio, padecen la inquietante tortura de no saber si el sacrificio de dejar la patria, la familia, los amigos, fue un acto racional o una gran equivocación.
Al sentimiento de nostalgia se une ahora el remordimiento y, tal vez, la desesperación al comprobar que el paso dado es irreversible.
Ciertas circunstancias hacen imposible el retorno a la patria y mantienen alejados para siempre de realizar el sueño final de todo inmigrante, que es volver algún día al suelo donde comenzó su existencia.
La Navidad, en estas circunstancias, deja de ser una celebración feliz para convertirse en una peligrosa experiencia.
Muchas veces se escuchan frases como estas: “quisiera que nunca llegara la Navidad”, “me da miedo la llegada de la Navidad”, “en Navidad me encierro en mi cuarto y pienso que es un día como cualquier otro”.
En Nueva York la Navidad se celebra al comienzo del invierno.
En el Caribe y en Sud América la Noche Buena y la Navidad tienen lugar en el tiempo del verano y el clima cálido hace posible la cena al aire libre, seguida por las parrandas o las serenatas hasta la salida del sol.
El frío del hemisferio norte obliga a encerrarse en los hogares para la cena de Noche Buena y luego de la Misa del Gallo, a la medianoche, todos corren a sus casas para protegerse del frío y apenas hay tiempo para intercambiar un breve “Feliz Navidad”.
Los psicólogos han estudiado todas estas circunstancias y han advertido sobre el peligro de caer en lo que ellos denominan “la depresión de Navidad”.
Ya no es la nostalgia el sentimiento dominante, sino un peligroso estado de ánimo que sumerge a quienes lo padecen en un temible pozo depresivo.
Las estadísticas revelan que en el tiempo de Navidad se acrecientan los intentos de suicidio.
Las personas que viven solas, las que no hallaron lo que soñaron encontrar en el extranjero, las que no ven un futuro promisorio en sus vidas, son las que están más vulnerables a ser víctimas de la temible depresión de Navidad.
Existe la posibilidad de superar este peligro y lograr una celebración feliz de la Navidad?
El evitar la soledad y lograr el encuentro con personas amigas, capaces de abrir sus corazones y sus hogares a quienes carecen de compañía es el mejor medio para superar ese peligroso estado emocional.
Por eso la consigna en Navidad para todo ser humano, en especial para los inmigrantes, tiene que ser ésta: “no estés solo o sola en Navidad”.
En este sentido, las iglesias, los grupos religiosos, las organizaciones comunitarias ejercen un valioso aporte humanitario al evitar que alguien pueda padecer este temible estado de ánimo.
Por todo esto cuánta razón tiene la estrofa de un villancico que es, al mismo tiempo, una invitación a compartir la fiesta de Navidad y que dice:
“si cada día es Navidad, si cada día nace Dios, nace la paz al corazón que sabe abrirse a los demás. Cuando acompañas al amigo, que marcha solo en esta vida, tu corazón florecerá en una nueva Navidad
Columna del Padre Tomás
En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.
Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.
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