Agosto 26, 2012 (Pictures by: Fr. Tomas Del Valle-Reyes)
Las nuevas tecnologías nos han traído nuevos lenguajes y expresiones. Hablamos de los sistemas operativos de las computadoras, de los teléfonos inteligentes (¿alguna vez hubo teléfonos estúpidos?) y los vamos catalogando de acuerdo a su antigüedad memoria y funcionalidad.
Las versiones avanzadas de muchos de estos aparatos electrónicos suelen llevar el denominador numérico que indica la generación a la que pertenecen. Con el pueblo chino, esa compleja masa humana de más de mil trescientos millones de personas y 56 etnias distintas, ocurre algo parecido.
Existen los chinos versión 1.0. Son aquellos que nacieron en una tierra dividida, herida por la guerra y la invasión japonesa, crecieron a la sombra de un líder, Mao, y a pesar de demasiada sangre, sudor y lágrimas, lograron construir un país. Estos chinos serían el equivalente de los “baby boomers” aquellos americanos nacidos después de la Segunda Guerra y que soñaron con un mundo distinto, un mundo donde la utopía era posible.
Esta generación china 1.0 logró para sus hijos un bienestar, una educación, un modo de vida aceptable en una economía colectiva y dirigida desde las altas instancias del poder.
Pagaron un precio muy alto: la Revolución Cultural, las consignas y el Libro Rojo de Mao, los desastres agrícolas, formaron parte de sus vidas. Nada espiritual, nada cultural que no fuera del partido. Pero a los hijos que no les falten la comida, la casa, la escuela.
Esto dio paso a una segunda generación, los chinos versión 2.0, los cuales ha tenido acceso a la educación, a puestos de trabajo en las multinacionales que, cual nuevos invasores, sembraron el país de factorías, contaminaron a niveles sin precedentes, destruyeron campos, plantaciones y pastizales.
El nivel de vida subió grandemente. Pero se llegó a la falacia de que no había espacio para todos y cada familia no podía tener más de un hijo. Y, a ser posible, varón.
Esta generación 2.0 ha logrado salir de los campos-según datos de 2011 el 51% de la población vive en zonas urbanas- tiene educación, buen nivel de vida, acceso a estudios, posibilidades de trabajo y de salir del país, bienes de consumo de alto nivel. Sus hijos son ahora los chinos versión 3.0 Los chinos 3.0 son nietos de los que crecieron con la Revolución. Han nacido en un medio ambiente saludable, con niveles de vida que sus abuelos nunca pensaron obtener. Esta generación está demandando algo que han visto no tienen. Están buscando una trascendencia a sus vidas. Están buscando una religión, una espiritualidad. No importa sea Budismo, Cristianismo o la antigua Tradición Taoísta. Los centros de culto están llenos. Los templos católicos han tenido que poner pantallas gigantes en las afueras porque ya no caben los feligreses dentro. Se calcula que en China hay cerca de 350 millones de cristianos y 80 millones de musulmanes. Estos chinos versión 3.0 están también cuestionando por qué no pueden tener hermanos. Ven que proceden de familias numerosas. Constatan cómo los valores genuinamente chinos, las tradiciones, la cultura, la familia, van a desaparecer con ellos. Del cuestionamiento a la acción hay poca distancia. No hay que olvidar que la generación 3.0 viene equipada con memoria de cinco mil años de historia. ¿Estaremos asistiendo al nacimiento de una Primavera China? En un mundo tan enigmático y complejo como el chino, todo es posible.
Tertuliasiglo21@aol.com
Columna del Padre Tomás
En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.
Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.
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