(Fotos: Padre Tomas Del Valle-Reyes)
Cuando el pasado mes de marzo el Camarlengo de la Santa Iglesia anunciaba que teníamos un nuevo Papa, pocos imaginábamos que iba a ser un hijo de emigrantes.
Habían ido a buscarlo al fin del mundo.
Y desde el primer momento no ha sido otra cosa que alegrar y dar esperanza a muchos seres humanos. También romperles los esquemas y la tranquilidad a muchos interesados en que todo se revuelva para que siga siendo lo mismo.
Hoy ha comenzado su segundo viaje oficial. El primero fue cerca de Roma, a una Isla de acogida de emigrantes, o mejor, de acogida de cadáveres y sueños frustrados entre Africa y Europa.
Allí donde van a parar los soñadores de ilusiones y mundos mejores. Sólo cuando se ha sido emigrante o crecido en una familia emigrante, se entiende el dolor de los que llegan a Lampedusa.
Y Francisco quiso salir del Vaticano para compartir con ellos, sufrir con ellos y soñar con ellos.
Y después de Lampedusa, la Isla de los No deseados, el primer viaje intercontinental de Francisco. Y llamémoslo casualidad.
O mejor Providencia, este viaje se está llevando a cabo en Brasil, la puerta por donde entraron muchas ilusiones al continente de la esperanza. A vuelto al fin del mundo de donde salió.
He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes.
No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón; y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo: «La paz de Cristo esté con ustedes».
Desde ese momento todo lo que haga el hombre llegado del fin del mundo ya es historia.
Rompió protocolos para llegar hasta acá. Fue sencillo su recibimiento, se alegró con el canto de los niños y puso al borde de un ataque de nervios a todos los encargados de su seguridad. Se subió en simple automóvil para poder llegar a la catedral.
Los cariocas están locos de contentos. Y para hacer honor a lo siempre se dice que los brasileiros son “lo más grande del mundo” han invitado a dos millones de jóvenes a su casa, a Rio, para celebrar el encuentro del Papa del Fin del Mundo con el país grande y acogedor que es Brasil. Y esto no acaba sino empezar.
Columna del Padre Tomás
En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.
Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.
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