Un antiguo director de El Diario La Prensa solía afirmar que los estadounidenses aprenden geografía cuando entran en una guerra. Como la actual contra el terrorismo se está llevando a cabo en territorio norteamericano, no ha quedado más remedio que aprender otra cosa: historia y religión.
La sociedad norteamericana es joven, multiétnica y multicultural. Es un poco igualmente la sociedad de lo inmediato, de lo práctico. Los medios de comunicación nos hacen ver la realidad de hoy, pero muy difícilmente la de ayer. Este fenómeno es símbolo de ignorancia y prepotencia, propio también de los grandes imperios.
Todos los procesos actuales de integración, globalización y comunicación instantánea, nos han llevado a convertir el mundo en una gran aldea. Pero con el agravante de que no conocemos ni los vecinos ni su historia.
No es de extrañar por tanto la cantidad de sandeces e inutilidades que se han manifestado en los medios de comunicación desde septiembre de 2001. Pocos ciudadanos comunes sabían lo que era un talibán, un suni, un wahabita o un kurdo. El 11 de septiembre nos despertó a todos y nos empezó a cuestionar. Desde esos tristes días empezamos a utilizar y conocer otros nombres y otras realidades. Supimos donde quedaban Afganistán, Pakistán, Irak, Siria y Kuwait. Arabia Saudita dejó de ser el país de los jeques árabes multimillonarios y excéntricos que nos proveían de petróleo barato para poder seguir con nuestro ritmo de vida de abundancia y despilfarro. Ahora era también el país que dio origen a Osama Bin Laden, a Al Quaeda. Junto con esos nombres se nos entró el miedo en el cuerpo. El miedo al extranjero. El miedo al musulmán. El miedo a un atentado. El miedo sin más.
Nuestras autoridades nos indicaron que había un Eje del Mal formado principalmente por tres países: Corea del Norte, Siria e Irán. El primero, con una población muerta de hambre y desconociendo los más elementales derechos de la persona, amenazó con armas nucleares la paz mundial. Todo se resolvió con acuerdos por los cuales se intercambiaba energía barata y alimentos por cancelaciones nucleares. En Siria la fuerza aérea israelí se encargó de destruir el incipiente reactor nuclear instalado en su territorio con ayuda coreana. Ya se han mostrado dispuestos a un diálogo con Israel y con Occidente para poder salir de su pobreza y su aislamiento internacional.
Queda Irán. Para aquellos que desconocen la historia sería conveniente recordarles que Irán no es otra cosa que el heredero del Imperio Persa, el cual comprendía los actuales Afganistán, Pakistán, Turkmenistán, Uzbekistán, el propio Irak. En toda esta amplia zona del mundo se sigue mirando con respeto y con temor a Irán. Son más de siete mil años de historia. Este pueblo, con una población alfabetizada en cerca de un 80% , con un número de usuarios de internet que le coloca en el 4to lugar del mundo en número de usuarios de blogs, está amenazando con el uso de la energía nuclear. Dicen que es para usos pacíficos. La historia nos ha enseñado que sus sueños de potencia nunca han desaparecido. Su herencia está muy profundamente enraizada en la zona. La comunidad mundial está pendiente ante este fantasma del pasado que se despierta. ¿Camino a seguir? El diálogo, pero sin olvidar el dicho romano: "Si vis pacem, para bellum" (Si quieres la paz, prepárate para la guerra)
Tertuliasiglo21@aol.com
Columna del Padre Tomás
En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.
Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.
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