Columna del Padre Tomás
En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.
Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.
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miércoles, 27 de febrero de 2013
LA SEDE VACANTE
Marzo 3, 2013..
ALL PICTURES ARE FROM REV. FR. TOMAS DEL VALLE-REYES
Desde el jueves 28 de febrero no hay Papa en la Iglesia Católica. El que ocupaba el puesto 265 en la línea sucesoria de San Pedro decidió retirarse.
No se sentía con fuerzas para seguir al frente de la gran responsabilidad de manejar la llamada Barca de Pedro y se fue. Es ya historia. Ahora toca mirar al futuro.
Los Papas siempre han tenido una cierta preocupación de quién podría ser su sucesor.
Han dejado normas, algunas no escritas, estatutos, constituciones, un largo etcétera. Fue Juan Pablo II quien elaborara un documento bastante extenso y detallado, la Constitución Universi Dominici Gregis (De la Grey Universal del Señor) donde se contienen los movimientos a seguir desde la muerte de un Papa hasta la elección del sucesor. Esas normas se han aplicado en estos momentos, con la salvedad de no fallecimiento sino renuncia, hecho sin precedentes en 588 años. El renunciante ha hecho ciertas precisiones, entre ellas que Ningún Cardenal elector podrá ser excluido de la elección, activa o pasiva, por ningún motivo o pretexto. O sea, que de los cardenales quienes, al momento de comenzar el período de Sede Vacante, tengan menos de 80 años, aunque sea por un día, serán los que participen en la elección del próximo Papa. Hasta el momento 115.
Han surgido diversas opiniones sobre si ciertos cardenales deberían participar en dicha elección. Se les cuestiona sobre el mal manejo de ciertas crisis en sus diócesis, sobre todo de abusos y encubrimientos. A no dudar son reprobables dichas conductas. Nunca es justificable un abuso, un encubrimiento, un delito de la índole que sea. Pero a veces estamos pensando que ese título de cardenal es por méritos propios, lo cual es un error de base. Los eclesiásticos que ostentan el cargo de cardenales en la Iglesia Católica lo son porque, exceptuados los que trabajan en la Curia, son Arzobispos que dirigen una serie de comunidades creyentes en el mundo. Son los responsables y representantes de dichos fieles católicos. Y el hecho de participar en la elección del Papa les hace ser los representantes de esas comunidades en uno de los momentos más importantes, la selección del sucesor de Pedro.
Tanto el Beato Juan XXIII como Pablo VI universalizaron la composición del Colegio de Cardenales con esa intención, para que toda la Iglesia estuviera representada por sus pastores en la elección. Si se excluye a algún cardenal, se está excluyendo a un sector importante, los creyentes de su diócesis. Esos creyentes podrían alegar posteriormente que no aceptan ese nuevo Papa ya que se les excluyó en su elección por la pobre o maliciosa actuación de su líder. Si sus conductas fueron erróneas, punibles, que sean las cortes tanto eclesiásticas como civiles, las que actúen. Pero que no se prive a sus feligreses de participar en la selección del 266 sucesor de Pedro.
Probablemente estemos asistiendo a una de las últimas elecciones papales bajo esta forma. La Iglesia tiene la tarea de renovarse. Para ello tuvo hace 50 años una gran Asamblea, el Concilio Vaticano II. Allí surgió un nuevo modelo de Iglesia, más responsable, más abierta, más sencilla, más pobre. Esa Iglesia buscará formas nuevas para la selección de sus líderes, sus pastores. Los anacronismos medievales quizás queden para los libros de historia. A no dudar será una Iglesia Luz de las Gentes.
Tertuliasiglo21@aol.com
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