Cuando se echa una mirada a los últimos dos mil años de cristianismo, se observa que, cada 500 años aproximadamente, se han dado una serie de fenómenos que la han sacudido en sus cimientos.
El primer momento se da entre el siglo IV y V El año 313 el Edicto de Milán legaliza el cristianismo. Se pasa de las persecuciones, de la inseguridad, de la provisionalidad a la paz.
Esa paz tuvo un precio muy caro. Se dio el maridaje entre el Emperador y la Iglesia. Esta última quedó unida y sometida al poder político hasta el siglo XIX en que desaparecen los Estados Pontificios.
Esa paz tuvo un precio muy caro. Se dio el maridaje entre el Emperador y la Iglesia. Esta última quedó unida y sometida al poder político hasta el siglo XIX en que desaparecen los Estados Pontificios.
El segundo momento tiene dos fechas y personas. El año 1054 el Patriarca Miguel Cerulario rompe la unidad de la Iglesia y se da el Cisma entre Oriente y Occidente, ruptura que aún perdura. Entre 1073 a 1085, el Papa Gregorio VII impone su Reforma. Con ella viene la imposición del celibato de los sacerdotes y del rito latino, sobrio y pobre a la vez, que lucha contra la injerencia de los poderes políticos en la Iglesia.
El tercer momento explosiona en el siglo XVI, era de grandes descubrimientos, grandes pensadores, grandes reformadores. Es el siglo de Lutero, Calvino, Enrique VIII y del Concilio de Trento. Reforma y Contrarreforma. Se echarán las primeras semillas que generarán la revolución francesa, el declive de la Iglesia como poder político con la pérdida de los Estados Pontificios, la hegemonía de la Razón.
El cuarto momento lo es la convocatoria del Concilio Ecuménico Vaticano II. Es la Iglesia que, mirando a su fundador, trata de romper con el pasado de poder político, de riquezas, de divisiones y abrirse al tercer milenio. Se va a definir como Pueblo de Dios, que es Luz de las Gentes, que escucha a Dios a través de su Palabra, celebra como Comunidad su fe y se abre al mundo. Eso fue hace ahora cincuenta años.
El Papa Pablo VI intentó poner en práctica las conclusiones a que se llegaron. La poderosa maquinaria del gobierno central se lo impidió. Sus sucesores lo intentaron a su manera.
Acaba de ser elegido como Obispo de Roma un nuevo líder. ¨Lo fueron a buscar al fin del mundo¨ hijo de emigrantes, formado primero en las aulas de una escuela pública, vivía en un oscuro apartamento en una de las mayores ciudades del continente americano. Su pensamiento teológico, aun siendo conservador, está todo él empapado por el Vaticano II.
Su primer gesto nos recuerda que acaba y empieza una nueva era. Se arrodilló ante el pueblo de Roma, su feligresía, recordando con ello que la Iglesia no es el Papa, los Obispos, los Cardenales, los sacerdotes.
La Iglesia es el Pueblo de Dios, presente en el mundo compartiendo alegrías y esperanzas, penas y tristezas. Pidiendo a su comunidad que recen por él, comenzó su misión de ser líder, pastor, compañero amigo y hermano. Con ese gesto y esa elección se acaba la Iglesia Todopoderosa de Constantino, perseguidora, podrida y corrupta. Sabe Francisco que debe limpiar la Iglesia, debe dar motivos para creer, para esperar, para amar, para construir un mundo mejor del recibido de los mayores.
La Iglesia es el Pueblo de Dios, presente en el mundo compartiendo alegrías y esperanzas, penas y tristezas. Pidiendo a su comunidad que recen por él, comenzó su misión de ser líder, pastor, compañero amigo y hermano. Con ese gesto y esa elección se acaba la Iglesia Todopoderosa de Constantino, perseguidora, podrida y corrupta. Sabe Francisco que debe limpiar la Iglesia, debe dar motivos para creer, para esperar, para amar, para construir un mundo mejor del recibido de los mayores.
No sabemos cómo será el pontificado de Francisco. Lo que sí sabemos es que, va a intentar que la Iglesia sea distinta: libre, acogedora, sencilla, alegre, pobre. Duro reto para ¨Pancho¨
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