

El primer reto con el que debe hacer frente es el de los sacerdotes. Si hay un colectivo en la Arquidiócesis de Nueva York que ha sufrido grandemente en los últimos años es precisamente el formado por los sacerdotes. Los escándalos que han salido a luz pública durante el gobierno de Egan han herido y dañado la reputación de excelentes seres humanos y solícitos pastores que no tuvieron ni culpa ni a quien acudir en momentos de tormentas y sufrimientos. El Arzobispo Dolan conoce de cerca la vida de los sacerdotes. No en vano fue Rector y profesor de varios seminarios a lo largo de su vida profesional. Si en los primeros meses es capaz de estar cerca de sus sacerdotes, de que ellos lo sientan padre, amigo y confidente, su labor será mucho más fácil y provechosa.

El segundo reto a enfrentar es el de la educación católica. En una sociedad que atraviesa por uno de sus momentos más creativos y cruciales, la educación no es tan sólo enseñar unas destrezas para defenderse en la vida. Es, fundamentalmente, educar en los valores. Educar en y para la libertad. Educar en y para el amor. Educar en y para la Justicia. Y esto se logra en dos lugares, el hogar y la escuela. El sistema educativo católico está viviendo una crisis profunda. Hay que reorientar la Escuela Católica con audacia, valentía y confianza.
El tercer reto lo es el económico. Una serie de obras y presencias de la Iglesia aparentemente "improductivas" atención a enfermos de SIDA, ancianos, madres solteras, parroquias con escasos recursos, sacerdotes ancianos y enfermos, etc. drenan las finanzas arquidiocesanas, sin contar los diversos escándalos y conductas inapropiadas de miembros del clero. Los nuevos retos a la evangelización exigen nuevos métodos, nuevas tecnologías para llevar la Palabra de Dios. Para ello se necesitan fondos adicionales. Difícil reto en los momentos actuales que vive la economía mundial.
El cuarto reto lo forma el complejo mundo de la diversidad étnica de la Arquidiócesis.

El quinto reto es el diálogo y entendimiento con los modernos medios de comunicación. El Arzobispo de Nueva York sabe perfectamente que los medios de comunicación son, en palabras de Juan Pablo II, el areópago moderno, la plaza pública del mundo. Y el arzobispo de esta ciudad debe estar presente en ella, hablar, defender la vida y la verdad en dicha plaza, con su lenguaje, con sus personajes, ser un protagonista más en este escenario. Creo que es el más audaz y difícil de todos los retos. Pero el más efectivo para poder cumplir su misión de pastor.
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