Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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miércoles, 29 de julio de 2009

EL LABERINTO CHINO

(Will be published on el Diario La Prensa August 2-2009)
(Pictures by Fr. Tomas del Valle-Reyes)


Cuando se habla de China en la mayoría de las tertulias y conversaciones que solemos tener siempre abundan los mismos tópicos. Los chinos son muchos. Los chinos están dominando el mundo. Los chinos son complicados. Los chinos son… eso, chinos. Y nuestra ignorancia sobre el tema es tan grande como la propia China...

Un país cuya población está formada por cincuenta y seis minorías distintas, no es nada fácil de entender y simplificar. Su idioma, su cultura, su forma de ser han hecho que el mundo occidental los haya visto como algo desconocido y complicado.
A lo largo de su milenaria historia la Revolución de Mao no hizo sino complicar la complejidad de China. Se pretendió unificar y simplificar la vida del chino y lo único aparentemente conseguido ha sido la destrucción de grandes riquezas culturales, la ruptura y desaparición de grandes valores nacionales como la familia y el respeto de los antepasados. Grandes tradiciones orales que se conservaban y transmitían a través de las familias numerosas y extendidas han ido desapareciendo. Desde ese marxismo rancio y trasnochado del siglo XIX Mao quiso crear un chino nuevo, el que no tenía creencias, pasados y recuerdos.

En la China actual todas las tradiciones religiosas están experimentando un período de resurgimiento y de incremento en el número de sus fieles. Hace escasamente una treintena de años el mundo religioso chino parecía un desierto. Actualmente ese desierto se ha transformado en una selva virgen. Además de las Iglesias reconocidas por el estado hay muchas otras que viven en la clandestinidad. Destacan entre estas el movimiento denominado "Retorno a Jerusalén" un grupo milenarista que afirman que Dios ha dado a la Iglesia China la misión de conquistar la tierra que hay entre Pekín y Jerusalén.
No se conoce con exactitud el número de los cristianos en China. Un estudio reciente llevado a cabo por la East Asian Normal University presenta como resultado la existencia de 300 millones de creyentes en el país, de los cuales serían cristianos, unos 36 millones.
El Cristianismo ha vivido tres intentos de enraizamiento en la vida y la cultura chinas. El primero se remonta al siglo VII en que un grupo de monjes iraníes seguidores de las doctrinas de Nestorio Tuvieron una amplia acogida y se les encuentra en lugares tan distantes como Mongolia y Beijing.

El segundo lo lleva a cabo una comunidad de franciscanos dirigidos por Juan de Montecorvino, quien establecería unas comunidades cristianas muy fuertes. Sus crónicas llevaron al Papa a establecer una primera jerarquía china, siendo el propio Montecorvino el primer arzobispo con plenitud de poderes.
El tercero, es la capitaneada por los jesuitas Ruggieri y Ricci. Este último va a ser uno de los personajes más importantes e interesantes en las relaciones de China y Occidente. Sus consejos y advertencias no fueron aceptados en la Corte Pontificia y ello retrasó el avance del cristianismo en China por cerca de cuatro siglos. Aún hoy en día el gobierno chino se refiere al P. Matteo Ricci con gran respeto.
En estos momentos a pesar de los estrictos controles gubernamentales, China es uno de los lugares donde más está creciendo el cristianismo. El por qué y las causas, quien sabe.
Tertuliasiglo21@aol.com

jueves, 16 de julio de 2009

CARIDAD EN LA VERDAD

(To be published on July 19-2009 El Diario)

La encíclica "Caritas in veritate" (Caridad en la verdad) es la tercera del papa Benedicto XVI en sus cuatro años de pontificado, después de "Deus caritas est" (Dios es amor), de 2006, y "Spe salvi" (Salvados gracias a la esperanza), de 2007.
Las encíclicas son documentos en forma de cartas sobre asuntos de la Iglesia o determinados puntos de la doctrina católica dirigidas por el Papa a las autoridades y fieles católicos de todo el mundo.
Algunos historiadores han querido ver su origen en las cartas que aparecen en la Biblia Cristiana y se consideran como el documento más importante que escribe un Papa. Suelen estar redactadas en latín y posteriormente sons traducida a las principales lenguas. Su título se toma de las primeras palabras del documento.
Históricamente se considera que la primera encíclica fue escrita por el papa Benedicto XIV en 1766. El Papa que más encíclicas escribió fue León XIII que escribió 86. Pío X redactó 16 y Benedicto XV. Pío XI escribió 30, Pío XII 41 y Juan XXIII ocho. Pablo VI redactó siete En sus casi 27 años de pontificado Juan Pablo II elaboró 14, comenzado con la "Redemptor hominis", del 4 de marzo de 1979, apenas cinco meses después de su elección como Pontífice, en la que trazó los principios de su ministerio papal. La última encíclica fue "Ecclesia de Eucaristía", publicada en abril de 2003, en la que trató sobre la Eucaristía.
Benedicto XVI publicó el 25 de enero de 2006, a los diez meses de ser elegido Papa, su primera encíclica, "Deus caritas est" (Dios es amor), sobre el amor y la caridad. El 30 de noviembre de 2007 firmó "Spe salvi" (Salvados en la esperanza), que contiene el pensamiento del Pontífice y trata sobre la esperanza cristiana y con fecha del 29 de junio de 2009, ha sido presentada su primera encíclica de carácter social.
Esta encíclica es un compendio y actualización de los elementos más importantes de la Doctrina Social de la Iglesia. Toma como base la Encíclica de Pablo VI "El Progreso de los Pueblos" redactada en 1967. Se dedica a lo largo de los seis capítulos a desarrollar lo que dijera Pablo VI y a ponerlo en relación con las peculiaridades de nuestro tiempo.
En la Introducción el Papa recuerda que la caridad es "la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia". Por otra parte, dado el "riesgo de ser mal entendida o excluida de la ética vivida" advierte de que "un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales".
El primer capítulo está dedicado al "Mensaje de la “Populorum progressio" de Pablo VI que "reafirmó la importancia imprescindible del Evangelio para la construcción de la sociedad según libertad y justicia. El desarrollo humano en nuestro tiempo" es el tema del segundo capítulo. "El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último - reitera el Papa - corre el riesgo de destruir riqueza y crear problemas" En el cuarto capítulo, la Encíclica trata el tema del "Desarrollo de los pueblos, derechos y deberes" "Pobreza Fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil” es el tema del tercer capítulo.
"La colaboración de la familia humana" es el corazón del quinto capítulo, en el que Benedicto XVI pone de relieve que "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo del reconocimiento de ser una sola familia".
El sexto y último capítulo está centrado en el tema del "Desarrollo de los pueblos y la técnica". En la Conclusión de la Encíclica, Benedicto XVI subraya que el desarrollo "tiene necesidad de cristianos con los brazos elevados hacia Dios en gesto de oración", de "amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz".
Este documento nos presenta el inédito rostro social de Benedicto XVI

Tertuliasiglo21@aol.com

domingo, 5 de julio de 2009

EL CUATRO DE JULIO
233 AÑOS DESPUES

(Fotos & Texto are property of Father Tomas del Valle-Reyes)
Dicen que los navegantes de los transbordadores espaciales, cuando contemplan la tierra desde el espacio, durante la primera semana miran sólo su propio país; durante la segunda semana, se identifican con su continente, y que al partir de la tercera semana, sienten que pertenecen a un único planeta.
Tal vez en ellos se dé en forma condensada el proceso de la humanidad: desde el instinto tribal, cuyo sentimiento de pertenencia a un grupo suele ser excluyente de los demás, hacia una progresiva ampliación del horizonte de fraternidad mundial y globalización.

Esta reflexión viene a cuento cuando celebramos los 233 años de la Independencia de los Estados Unidos. Durante gran parte de su joven historia el país ha vivido un poco como los astronautas su primera semana.
Han estado encerrados tan en sí mismo que apenas han notado que existían otros pueblos, otras naciones, otras realidades, otras culturas, otras creencias.
La historia reciente nos lleva a pensar que están concluyendo la segunda semana de su historia. El preocuparse de los demás miembros del continente, (para bien o para mal, eso es ya otra historia) con sus intervencionismos, sus políticas de "América para los americanos" sus invasiones militares en Santo Domingo, Panamá, Puerto Rico, etc podrían darnos esa impresión.
Añadamos a ello las intervenciones en el Medio Oriente y en Afganistán, Quizás estemos siendo testigos del nacimiento de una conciencia universal, globalizada y globalizadora.
Los valores sobre los que se construyó esta república deberían ayudar a cumplir esta misión. Pero cabe preguntarse cuáles fueron dichos valores?.
Volvamos la vista atrás por unos momentos.
La república que conocemos como los Estados Unidos de Norteamérica nace como una necesidad grande de espacios para la libertad. Libertad sobre todo para rezar, para expresar las creencias sin prohibiciones o mandatos de índole alguna.
Aquel barco de peregrinos venía buscando un lugar nuevo, una promesa cumplida, un cielo nuevo y una tierra nueva. Y lo encontraron. Y pusieron a Dios como base de sus vidas. Y el Decálogo como norma legal. Y la Biblia como libro de referencia. Bien es cierto que se olvidaron de la tolerancia, pero eso no entraba en el guión Y con estos elementos comenzaron una aventura, la construcción de un mundo nuevo. Dios tuvo cabida en la Constitución, en las Cortes, en el Congreso, en los templos, hasta en los billetes de dólar. Desgraciadamente no tuvo sitio en las Escuelas, donde no se puede rezar porque se viola el derecho del otro que cree distinto de mí.
Ni en los actos públicos, como puede ser el simple juego de pelota de la Escuela, porque vulnera los derechos del otro que no cree como creo yo. No digamos de los hospitales. Es probablemente donde menos sitio le hemos dejado a Dios. Podemos conocer ya el plano del genoma humano, pero legalmente podemos matar una vida en sus comienzos. La obra de Dios, que es la vida, la utilizamos a nuestro arbitrio basado muchas veces en conveniencias económicas. Llegamos a esquizofrenias como protestar por abortos pero aplaudimos la pena de muerte y la guerra preventiva. Nos llenamos la boca con la palabra libertad, pero no hay reparos en invadir otros pueblos que piensan y rezan distintos de nosotros. A los pocos años del nacimiento de esta república tuvo lugar en Francia su Revolución. En tal ocasión se derribaron muchos mitos y se levantaron otros. Uno de ellos fue la diosa Libertad. Tal diosa, cual nuevo becerro de oro, fue el detonante para muchas aberraciones y barbaridades hasta convertirse en libertinaje.
En la nueva república formada originalmente por las trece colonias, se necesitaba una diosa. Libertad fue su nombre. Y se sustituyó el Dios de la Biblia, el de los peregrinos, por la diosa Libertad. En nombre de la libertad de expresión, de creencia, de disponer del propio cuerpo, de la propia mente, del propio actuar, infinidad de veces hemos atentado contra la auténtica libertad, aquella que nace del respeto mutuo. En nombre de la libertad se ha pretendido imponer nuevos modelos de sociedad, de estilos de vida. Para ello no ha habido reparo en invadir países, inventar excusas. El principio de que el fin justifica los medios se ha hecho doctrina inamovible.
Pero una de las grandes cosas que tiene este país, es su capacidad de análisis y examen de conciencia. Es capaz de analizar su pasado y reconocer sus errores para tratar de corregirlos. Ojalá pueda comenzar su tercera semana de historia, aquella que le lleve a ampliar sus horizontes a niveles de fraternidad mundial basada en los valores de los padres fundadores, los valores de la libertad auténtica, el respeto a Dios, al ser humano como imagen divina, al medio ambiente como lugar de encuentro.