Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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jueves, 23 de abril de 2009

ENFERMEDADES CON ETIQUETAS

Uno no sabe si el género humano es cínico, cruel o ignorante. O las tres cosas. Me refiero a esto cuando observo cómo se han etiquetado a lo largo de la historia las enfermedades. Y si eso era comprensible en el pasado, sumido en grandes ignorancias en torno al mundo y la existencia de virus, bacterias y demás fauna, no es aceptable en la sociedad actual.
Desde tiempos inmemoriales se le puso la etiqueta a la lepra como una enfermedad que manifestaba externamente el pecado del enfermo. Se había trasgredido las reglas de comportamiento de determinada religión y esa divinidad castigaba. La podredumbre de la piel era símbolo de la podredumbre del alma. No fue hasta el siglo XIX que se vino a descubrir los orígenes de esta enfermedad y la simpleza de su curación. Nada de pecados o maldiciones divinas.
Pero esa costumbre de etiquetar a enfermos y enfermedades sigue siendo actual. Por ejemplo, cuando conocemos que una persona padece de cirrosis hepática lo primero que pensamos es lo borrachón que ha sido tal persona. Y enseguida afirmamos con contundencia: ése, un borrachón empedernido que hasta el agua de los floreros se bebía. Todo lo que se ha bebido o metido en el cuerpo no ha sido otra cosa que un golpe al hígado No podía acabar de otra manera que con un hígado destrozado. Quizás se contagió con una transfusión de sangre, o con la comida de un marisco contaminado, o debido a medicinas mal recetadas. No, es un borrachón y punto.
Son los pulmones los ventiladores del cuerpo humano, y de vez en cuando conocemos enfermos de enfisema o de cáncer pulmonar. Lo mismo de siempre: fumador empedernido que desde la mañana a la noche se pasaba echando humo como chimenea de locomotora. Le está bien empleado por no hacer caso. Tanto fumeteo no podía terminar de otra manera. Y quizás ese pobre ser humano nunca encendió un cigarrillo en su vida. El humo de segunda mano, la contaminación ambiental y los asbestos que abundan en nuestros hogares y lugares de trabajo hicieron su efecto. Pero es más fácil etiquetar como vicioso.
Donde se rompieron los moldes, o en argot beisbolero, donde se botó la bola es cuando tenemos un enfermo de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, o más conocido por sus siglas: SIDA, AIDS. Cuando sabemos que una persona a nuestro alrededor padece de esta enfermedad, las etiquetas que le ponemos no tienen fin. Empezamos pensando que esa persona es un degenerado sexual, un heroinómano, homosexual descontrolado y vicioso, un afroamericano o un hispano dropeado de la escuela e inquilino de los residenciales públicos que se pasa el día y parte de la noche "gangueando" sin control alguno y que se mete hasta la madre de los tomates. Es en esta enfermedad donde demostramos nuestra ignorancia, desprecio hacia el ser humano y nuestros prejuicios más bajos. Olvidamos que son seres humanos dignos del mayor respeto, como todos los enfermos, al igual que familias que sufren y viven con ellos. Nunca juzgamos a quien tiene una gripe, fatiga, artritis o un cáncer de seno. A los otros, sí. ¿Seremos ignorantes, cínicos, crueles? Al enfermo nunca se debe juzgar, sino acompañar en su dolor

Tertuliasiglo21@aol.com

martes, 14 de abril de 2009

Una vela que se apaga

Querida Familia de Descubriendo el Siglo XXI:

Mi cariño y mi respeto para todos ustedes allí donde se encuentren.

Me dirijo a ustedes porque son mis amigos y mis hermanos, y aprendí hace mucho tiempo que las penas y las tristezas donde mejor se comparten es entre amigos y hermanos. De esa forma se convierten en alegrías y esperanzas.

Muchas veces ustedes me han hecho partícipes de sus penas y tristezas. Hoy quiero compartir yo con ustedes una pena grande. Mi querida madre está llegando al final de su camino entre nosotros. Ha caminado un largo camino, ha sembrado muchas esperanzas y mucho cariño no solo entre nosotros, sus hijos y familiares, sino entre todos aquellos que han vivido cerca de ella. Es como una velita que poco a poco se va apagando.

En los próximos días saldré para estar junto a ella. Los médicos nos brindan pocas esperanzas. Les pido su oración para que pueda llegar a tiempo junto a ella, que pueda cerrarla los ojos y que se vaya tranquila de este mundo después de vernos por última vez a todos sus hijos.

Por favor, les ruego una oración

Cuenten con mis oraciones

Con cariño,



Padre Tomás

viernes, 10 de abril de 2009

CELEBRANDO LA PASCUA

Desde hace días los creyentes tanto judíos como cristianos de todas las denominaciones, estamos celebrando de diversas formas la Pascua, la fiesta de la vida.
Las fiestas de pascua nos remiten en el fondo a la rebelión y lucha por la libertad de un grupo de emigrantes en tierra extraña. Leamos si no con otros ojos y mentalidad la historia de Israel. Un clan familiar que, ante la situación desesperada que se vive en la región en que habitan, faltos de pastos y alimentos, deciden emigrar en busca de mejor vida al Imperio de la zona. Fueron doce las familias las que se establecen en tierras egipcias.
Los años pasan, los hijos de esos emigrantes, nunca aceptados por la sociedad que los acogió, se sienten esclavos de políticas natalistas crueles tendentes a eliminarlos. Todo es oposición, persecución, trabajos mal remunerados, explotación, rechazo, negación de derechos elementales. Ante tanto dolor surge un líder, un antiguo conductor de caravanas, hijo también de emigrantes, que se enfrenta a las autoridades de turno. El líder necesitó primero ganarse la confianza del pueblo emigrante en Egipto. Algunos lo apoyan y ayudan en la tarea. Intenta un diálogo con las autoridades, el cual resulta infructuoso. Finalmente, después de una serie de eventos, logran su libertad y hacer un pacto con su Creador, el mismo pacto que ha regido desde entonces la vida de millones de personas. Recordándolo , todos los años los descendientes de esos emigrantes que lucharon por su libertad y por sus convicciones religiosas, se reúnen para compartir y actualizar el recuerdo de las amarguras y vicisitudes por alcanzar su libertad. Lo hacen en torno a una mesa, a una comida de un cordero casi recién nacido. Es el recuerdo de un Dios que los salvó y los guió a la libertad.
Si hoy celebramos la victoria de un pueblo emigrante en su lucha por la libertad se debe a ciertos factores y elementos que dudo contemos con ellos. ¿Dónde está el conductor de caravanas que dirija a la comunidad emigrante en estos momentos de incertidumbres y luchas? Se ha dicho que el movimiento a favor de los emigrantes se puede comparar a la lucha por los derechos civiles de la comunidad afroamericana en los años sesenta. Pero, ¿dónde están los líderes de nuestro tiempo que guíen y den confianza a la comunidad emigrante en sus alegrías y esperanzas, en sus penas y tristezas? Sin ellos seremos, en palabras de un rabino galileo antiguo refugiado político en Egipto, como ovejas sin pastor. Los hijos de emigrantes judíos celebran todos los años su liberación. ¿Cuándo lo haremos nosotros?

Tertuliasiglo21@aol.com