Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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domingo, 22 de agosto de 2010

CON LA MEZQUITA HEMOS TOPADO

Es difícil saber si el fenómeno mediático al cual estamos asistiendo en torno a la construcción de una mezquita en el Bajo Manhattan corresponde a cualquiera de las razones siguientes:
a) estamos en verano y no hay nada de qué hablar
b) vivimos en una sociedad ignorante en lo que se refiere a historia, geografía y religión
c) estamos en una campaña electoral y todo vale
d) no soportamos que un afroamericano con antecedentes familiares islámicos nos gobierne e) todas las razones anteriores son válidas.

Pienso que ese viejo cuento de que no pasa nada en verano ya no sirve. Hemos acelerado un cambio climático y, como consecuencia, la mitad del planeta se está quemando mientras que la otra está empapada de agua. Pakistán y China no dan abasto para desenterrar sus habitantes arrasados por aluviones de barro y agua. Pero no son noticia veraniega.
La historia de muchas familias en los Estados Unidos está llena de episodios trágicos de emigración y discriminación religiosa. Miles de ciudadanos no siempre fueron aceptados por sus creencias o por sus maneras de ver la vida. Pero con paciencia y respeto lograron sobrevivir. Estados Unidos ha sido, y lo sigue siendo, un país de acogida y respeto hacia toda creencia religiosa. De repente nos encontramos con un fenómeno insólito en la sociedad norteamericana. Un grupo de seguidores del Islam, religión que la inmensa mayoría de la ciudadanía ignora completamente, ha decidido comprar un edificio en la zona del Bajo Manhattan cercana a la Zona Cero para construir un Centro Cultural Islámico. Dentro de ese Centro estaría ubicada una mezquita, o sea, un lugar de oración y reflexión religiosa para los seguidores del Islam. Las protestas no han tardado en aparecer. Todo porque los terroristas que asaltaron los aviones que el 9/11 eran seguidores de esa religión. Si la memoria no me falla creo que eran menos de veinte los terroristas suicidas que tumbaron las Torres Gemelas. Los seguidores del Islam en el mundo sobrepasan los mil millones, la inmensa mayoría de los cuales son hombres y mujeres de paz. ¿Tenemos derecho a discriminar y rechazar a mil millones de creyentes por veinte terroristas?

Si seguimos esa lógica, qué hacemos comprando cámaras y computadoras japonesas? En Pearl Harbour asesinaron a muchos más miles de ciudadanos norteamericanos también por sorpresa. Fue un ataque terrorista que obligó a entrar en la Segunda Guerra Mundial.
O qué razón tenemos para comprar los lujosos automóviles Mercedes Benz o BWM a los alemanes? Asesinaron a seis millones de judíos simplemente porque practicaban esa religión. Y los cerebros de ese holocausto eran cristianos de diferentes denominaciones, empezando por Adoflo Hitler quien se manifestaba católico. Durante cerca de 45 años vivimos la llamada guerra fría con Rusia, un país oficialmente cristiano ortodoxo. Entre las cosas que no nos gustaban era su ateísmo y su intolerancia y persecución religiosa. Los terroristas del 11 de septiembre procedían en gran parte de Arabia Saudita. ¿Por qué le seguimos comprando petróleo a dicho país a la vez que le vendemos armamentos de alta tecnología?

¿Será que estamos ante una campaña política en la cual se decidirá mucho y, al no tener argumentos válidos se recurre al miedo y la ignorancia? ¿Será que queremos rechazar al presidente y su pasado familiar? Con la mezquita hemos topado, Sancho amigo.



jueves, 5 de agosto de 2010

NUNCA MÁS

Agosto 8, 2010

Aún recuerdo de mis años de adolescente cuando el Papa Pablo VI vino a las Naciones Unidas. Era la primera vez que una autoridad religiosa de esa categoría se dirigía a la Asamblea General reunida en pleno. Era la Plaza Pública del Mundo. Y desde allí gritó varias veces “Nunca más la Guerra, nunca más la Guerra” 
Traigo a la memoria esta anécdota por varias razones. Al fin y al cabo las guerras no son otra cosa que el fracaso del hombre en su capacidad de diálogo y entendimiento. En estos días se oye y discute en los diversos medios de comunicación los deseos de Irán de construir su propia industria nuclear con fines exclusivamente pacíficos. La razón no sería otra que la necesidad de energía barata y diversificada. Difícil de entender cuando el país es uno de los principales productores de petróleo. El temor no infundado es que esa fuente de energía se convierta en un arma letal. Y si eso ocurriera no es descabellado pensar que tengamos un nuevo Hiroshima y Nagasaki.
En estos días se cumplen 65 años precisamente del fracaso humano más grande de la Segunda Guerra Mundial. Entre el 6 y el 9 de Agosto de 1945 fueron lanzadas sobre Japón las dos primeras bombas atómicas. 140.000 personas fallecieron en Hiroshima y 74.000 en Nagasaki por esos ataques, aunque las víctimas a causa de las radiaciones en los años posteriores fueron muchas más

En Japón quedan cerca de 235.000 “hibakusha” (supervivientes de la bomba atómica). Tienen una media de edad de 75 años y muchos arrastran enfermedades por las radiaciones recibidas cuando eran niños a causa de la explosión nuclear.

Un buen número de ellos han dedicado su vida a luchar para que la masacre no caiga en el olvido con conferencias, entrevistas y giras por el mundo con el fin de difundir, como símbolos vivos de la tragedia, su elocuente mensaje contra las armas nucleares.
Pero los "hibakusha" son cada vez menos y con ellos se extinguen los relatos sobre lo ocurrido el 6 de agosto en Hiroshima y el 9 en Nagasaki, cuando dos bombas atómicas arrasaron ambas ciudades y acabaron con la vida de decenas de miles de personas.

No quieren que sus trágicas historias se olviden. Han creado el llamado "Archivo de Nagasaki", una iniciativa digital que ofrece un mapa en 3D de la ciudad con fotos de los supervivientes en los lugares donde les sorprendió el ataque y sus testimonios. Pretenden "guardar la trágica experiencia del pasado y convertirla en datos digitales accesibles para las futuras generaciones", dicen los responsables del proyecto. "La atención de los medios de comunicación y los educadores y la oportunidad de tratar el tema de la bomba atómica está disminuyendo gradualmente, y la memoria comienza a borrarse", advierten El objetivo es mantener vivos estos recuerdos para las generaciones futuras. Porque, como asegura el lema del Museo de Hiroshima: "Si nadie habla, nada cambia"

Pablo VI nos gritó nunca más la guerra. El pueblo judío construyó Yad Vashen para que nunca se olvide la masacre de millones de judíos asesinados entre 1936 y 1945. Los “'hibakusha” han construido el “Archivo de Nagasaki” y el “Memorial de la Paz de Hiroshima” ¿Necesitaremos un Memorial para los muertos causados por la energía nuclear iraní?

Tertuliasiglo21@aol.com