
Aún recuerdo de mis años de adolescente cuando el Papa Pablo VI vino a las Naciones Unidas. Era la primera vez que una autoridad religiosa de esa categoría se dirigía a la Asamblea General reunida en pleno. Era la Plaza Pública del Mundo. Y desde allí gritó varias veces “Nunca más la Guerra, nunca más la Guerra”

En estos días se cumplen 65 años precisamente del fracaso humano más grande de la Segunda Guerra Mundial. Entre el 6 y el 9 de Agosto de 1945 fueron lanzadas sobre Japón las dos primeras bombas atómicas. 140.000 personas fallecieron en Hiroshima y 74.000 en Nagasaki por esos ataques, aunque las víctimas a causa de las radiaciones en los años posteriores fueron muchas más
En Japón quedan cerca de 235.000 “hibakusha” (supervivientes de la bomba atómica). Tienen una media de edad de 75 años y muchos arrastran enfermedades por las radiaciones recibidas cuando eran niños a causa de la explosión nuclear.
Un buen número de ellos han dedicado su vida a luchar para que la masacre no caiga en el olvido con conferencias, entrevistas y giras por el mundo con el fin de difundir, como símbolos vivos de la tragedia, su elocuente mensaje contra las armas nucleares.
Pero los "hibakusha" son cada vez menos y con ellos se extinguen los relatos sobre lo ocurrido el 6 de agosto en Hiroshima y el 9 en Nagasaki, cuando dos bombas atómicas arrasaron ambas ciudades y acabaron con la vida de decenas de miles de personas.

Pablo VI nos gritó nunca más la guerra. El pueblo judío construyó Yad Vashen para que nunca se olvide la masacre de millones de judíos asesinados entre 1936 y 1945. Los “'hibakusha” han construido el “Archivo de Nagasaki” y el “Memorial de la Paz de Hiroshima” ¿Necesitaremos un Memorial para los muertos causados por la energía nuclear iraní?
Tertuliasiglo21@aol.com
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