Machado, el poeta sevillano,

Cuando vemos la realidad en que vivimos no nos queda más
remedio que reconocer que el poeta se equivocó, nos engañó.
Los que en la década de los sesenta del siglo pasado entrábamos en la universidad, descubríamos mundos nuevos, pero mundos llenos de violencia, odio racial, discriminación y pobreza.

Nos fascinaba un África que empezaba sus luchas por la independencia.
Patricio Lumumba y Julious Nierere eran algunos de nuestros héroes.
Los primeros asesores militares empezaban a desembarcar en las costas lejanas de Viet Nam.
Los misiles rusos en Cuba, la Guerra de los Seis Días entre un David y muchos Goliats en Medio Oriente, todo formaba parte del mundo que empezábamos a descubrir.
Todo cambió en el verano del 68 cuando un grupo de melenudos, mariguaneros,
estudiantes que iban a la universidad a formar líos, hacer el amor, participar
en manifestaciones, oler LSD o emborracharse, asistir a clase de vez en cuando,
decidieron romper con lo establecido y comenzar un mundo nuevo.
Todos nos fuimos detrás de ellos.
Quisimos andar caminos nuevos.
No nos gustaban los que nuestros mayores nos habían marcado.


Se está jubilando y, con la jubilación, vienen los recuerdos, las memorias y las comparaciones. Y se observa que poco ha cambiado, que al volver la vista atrás nos damos cuenta que estamos volviendo a pisar las mismas sendas, arrastrándonos por los mismos caminos.
África logró su independencia política, pero sigue esclava de multinacionales, de intereses comerciales que han hecho que los mismos africanos se devoren entre sí.
Tutsis y Hutus, nigerianos musulmanes y cristianos, y un largo etcétera están haciendo el trabajo sucio: acabar con la población autóctona.
Para explotar los recursos naturales estorban los africanos.
El ébola y el sida son parte de esa estrategia..
Se acaba de firmar una tregua de paz entre el estado de Israel y los palestinos en la franja de Gaza- ¿y van cuantas ya?.
Rusos y ucranianos se enredaron a las bofetadas una vez más.
El viejo juego de muchas mentiras y pocas verdades que se llama diplomacia.
El fanatismo musulmán ha llevado en el último siglo a destrozar un imperio, empapar
de sangre las arenas del desierto, a la creación de monarquías excéntricas, dictaduras trasnochadas, califatos sanguinarios y de embuste y varios cientos de miles de muertos
y millones de refugiados.

Nuestra generación tuvimos qué y quién nos entusiasmara.
Ahora, en el ocaso de la vida contemplamos que no tenemos ni lo uno ni lo otro.
Por eso afirmo que el poeta se equivocó.
Estamos volviendo a pisar las mismas sendas que ya pisamos.
Estamos cometiendo los mismos errores, empapando los desiertos de sangre,
enfilando cohetes que nunca van a ser disparados, tirándonos de los pelos por nuestras creencias. Hemos avanzado en tecnología, utilizada en gran parte para
degradar el medio ambiente y la calidad de vida.
Los que gritábamos a boca llena de “…seamos consecuentes, pidamos lo imposible”
casi lo hemos logrado, hemos destrozado nuestro planeta y no sé si le habremos dado
razones para que, los que vengan detrás, construyan un mundo mejor!
Tertuliasiglo21@aol.com
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