El próximo 29 de noviembre se cumplen los 60 años de la creación del moderno Estado de Israel y del llamado Conflicto Palestino. Desde ese 29 de noviembre de 1947 hasta hoy día la sangre el sudor y las lágrimas han empapado la ancestral tierra de Abrahán. Varias guerras, varias divisiones, muchos muros- psicológicos y físicos- han impedido que tanto palestinos como judíos hayan podido llegar a un entendimiento. En vísperas de una nueva conferencia de paz –la séptima en los últimos 16 años- vuelven a aparecer las esperanzas y los desánimos no solamente entre los dos pueblos cansados de combatir y de derramar la sangre de sus mejores hombres y mujeres sino también en la comunidad internacional.
La administración norteamericana desea un compromiso definitivo de paz y entendimiento antes de que concluya el año 2008. A pesar del escepticismo sobre ello, sin embargo para el 27 de este mes, vísperas del sexagésimo aniversario de la Resolución 181de la ONU la cual proponía dividir la parte occidental de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional, se llevará a cabo la Conferencia de Paz de Annapolis la cual puede ser una buena plataforma de lanzamiento para seguir con las conversaciones que permitan solucionar el conflicto israelo-palestino.
En estos momentos si nos vamos a llevar por las declaraciones de los dos líderes principales el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas y el primer ministro israelí Ehud Olmert, hay una esperanza grande de acuerdos y de que, en un futuro próximo, el mundo asista al nacimiento definitivo del Estado Palestino. Sería el triunfo de la fórmula un territorio y dos estados. ¿Difícil? Sin duda.
Son múltiples los intereses e interesados para que la paz sea una realidad. En primer lugar ambos pueblos merecen vivir en paz y ver crecer a sus hijos sin temor y con respeto mutuo. A lo largo de cerca de veinte siglos esta franja de tierra albergó a los dos pueblos y pudieron convivir. Al fin y al cabo se consideran descendientes del mismo padre, Abrahán. En segundo lugar las comunidades cercanas, Siria, Irak, Líbano, Egipto, Jordania, no quieren seguir viviendo en esa incertidumbre de violencia continua alrededor de ellos. Sus economías se desangran en presupuestos militares innecesarios, en detrimento de sus propios ciudadanos.
Por otro lado ya están desapareciendo los colonos fundadores del nuevo Israel y los desahuciados de sus tierras en el 48. Sesenta años después hay una nueva generación tanto en un lado como en otro. Ambas desean vivir en paz. Ambas desean crecer y mirar el futuro.
Los dos obstáculos más importantes para llegar a unos acuerdos y una convivencia en paz son el fanatismo religioso de los dos bandos y la injerencia de otros países en la cuestión palestino-israelí. Mientras las escuelas coránicas sigan justificando el suicidio, la muerte y la destrucción en nombre de Dios y en las yeshivas se siga fomentando el sueño del Gran Israel, el cumplimiento fanático de las normas religiosas y el no respeto al otro, la paz será imposible. Y mientras otros países impidan un diálogo sincero entre palestinos e israelíes, condenados a entenderse, la paz tampoco será posible. Sesenta años después se sigue buscando la paz
Columna del Padre Tomás
En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.
Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.
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jueves, 12 de abril de 2007
ASI QUE PASEN SESENTA AÑOS
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