

La administración norteamericana desea un compromiso definitivo de paz y entendimiento antes de que concluya el año 2008. A pesar del escepticismo sobre ello, sin embargo para el 27 de este mes, vísperas del sexagésimo aniversario de la Resolución 181de la ONU la cual proponía dividir la parte occidental de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional, se llevará a cabo la Conferencia de Paz de Annapolis la cual puede ser una buena plataforma de lanzamiento para seguir con las conversaciones que permitan solucionar el conflicto israelo-palestino.

En estos momentos si nos vamos a llevar por las declaraciones de los dos líderes principales el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas y el primer ministro israelí Ehud Olmert, hay una esperanza grande de acuerdos y de que, en un futuro próximo, el mundo asista al nacimiento definitivo del Estado Palestino. Sería el triunfo de la fórmula un territorio y dos estados. ¿Difícil? Sin duda.
Son múltiples los intereses e interesados para que la paz sea una realidad. En primer lugar ambos pueblos merecen vivir en paz y ver crecer a sus hijos sin temor y con respeto mutuo.

Por otro lado ya están desapareciendo los colonos fundadores del nuevo Israel y los desahuciados de sus tierras en el 48. Sesenta años después hay una nueva generación tanto en un lado como en otro. Ambas desean vivir en paz. Ambas desean crecer y mirar el futuro.

Los dos obstáculos más importantes para llegar a unos acuerdos y una convivencia en paz son el fanatismo religioso de los dos bandos y la injerencia de otros países en la cuestión palestino-israelí. Mientras las escuelas coránicas sigan justificando el suicidio, la muerte y la destrucción en nombre de Dios y en las yeshivas se siga fomentando el sueño del Gran Israel, el cumplimiento fanático de las normas religiosas y el no respeto al otro, la paz será imposible. Y mientras otros países impidan un diálogo sincero entre palestinos e israelíes, condenados a entenderse, la paz tampoco será posible. Sesenta años después se sigue buscando la paz
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