Queridos Reyes Magos

Vaya para ustedes, quienes quiera que sean, mi saludo y mi respeto más grande en este año que recién acabamos de empezar Sé que quizás sea un atrevimiento dirigirme a ustedes así, simplemente, con una carta. Sobre todo sabiendo que los Reyes suelen mandar a callar a la gente cuando se sienten molestos por majaderías.

El primero que nos habló de ustedes fue un tal Mateo. Es verdad que no era tan averiguado como lo son hoy en día nuestros periodistas. Simplemente nos dejó dicho que llegaron unos individuos a Jerusalén preguntando por un supuesto rey que había nacido por allá. Entonces se formó tremendo chisme, fueron la preocupación de toda la corte de Herodes. Todo fueron habladurías, rumores y miedos.

Como les decía Mateo es el único que nos habla de ustedes.

Siempre hemos asociado el oro con el bienestar, con dinero. Pues miren, en nuestra comunidad hay muchas personas que han tenido que emigrar de sus países, dejar su gente, su mundo para poder obtener pan y bienestar para sus familias. ¿Ustedes no podrían traernos este 6 de enero un poco de trabajo seguro para poder mantener nuestras familias? No es fácil ganarse decentemente el pan de cada día. Si ustedes nos echan una manita, podremos tener el oro del trabajo digno, de la amistad compartida, de la seguridad en la familia.
El Incienso es algo que

La mirra la verdad que no sé para qué sirve, Dicen que es algo amargo y la verdad que demasiadas amarguras nos trae la vida. ¿La podrían cambiar por un poco de alegría, de esperanza, de algo que nos ayude a construir un mundo mejor del que hemos recibido?
Bueno, nada más. No quiero que me manden a callar por pedir tanto. Perdonen el atrevimiento. Pero por favor, pónganse con algo.
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