

No nos gustaba lo que estábamos viendo y viviendo.
Fue el año en que desaparecieron Robert Kennedy y Martin Luther King dos soñadores para un pueblo.
Fue el año en que los verdes campos de Viet Nam se enrojecieron con la sangre de la juventud norteamericana. Fue el año en que las primeras desilusiones de la Revolución Cubana empezaron a sentirse. Fue el año en que el LSD, los hippies, los movimientos pacifistas, el amor libre llenaron los campus universitarios de Estados Unidos.

Fue el año del Black Power, los Young Lords, las Olimpíadas de México, la masacre de Tlatelolco
Fue el año de los grandes éxitos de unos melenudos de Liverpool, los Beatles, quienes con su música, su estilo, marcaron una generación, crearon un modelo de ser y estar en el mundo, dictaron unas modas y formas de vivir.
Fue el año de las melenas, los bellbottoms, la marihuana barata, el hacer el amor no la guerra, el pacifismo, el yoga y San Francisco de Asís.
Fue el año en que William

Fue el año en que quemábamos las tarjetas del Servicio Selectivo.
Fue el año de la Primavera de Praga, la segunda gran fisura en el férreo bloque soviético, la que se saldó sin un disparo, a diferencia de la húngara doce años antes que empapó de sangre las calles de Budapest.

Fue el año en que los Obispos Latinoamericanos se reunieron en Medellín para adaptar a la realidad latinoamericana las conclusiones y los documentos del Concilio Vaticano II.
Fue el año de la Opción Preferencial por los Pobres de la Iglesia Latinoamericana.
Fue el año del nacimiento de la Teología de la Liberación, de cristianos por el Socialismo, de la visita del Papa Pablo VI a Colombia.
Fue el año en que nos volvimos locos, soñadores, inconformistas, rompedores de modelos y estereotipos.
No servía el mundo nacido de las ruinas y cenizas de la segunda guerra mundial. Corea con su guerra inacabada,


Cuarenta años después, aquellos estudiantes que hacíamos manifestaciones, que tirábamos piedras a los guardias, que quemábamos gomas de carros, que nos emborrachábamos con vino barato, que interrumpíamos clases, hacíamos manifiestos o formábamos líos en los campus universitarios, tenemos responsabilidades en la sociedad. Algunos son respetables padres de familia estrictos con sus hijos, olvidando su pasado. Otros gozan de una serena jubilación. A muchos se les olvidaron sus inquietudes revolucionarias. Son recuerdos de un pasado que quisieran olvidar. Unos pocos todavía seguimos creyendo que podemos construir un mundo mejor. Seguimos luchando y exigiendo lo imposible
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