Los japoneses han aportado al lenguaje universal la palabra tsunami,

En la historia de Occidente de los últimos veinte siglos se han producido una serie de tsunamis sociales que han puesto patas arriba la vida y la historia.

Vino un segundo tsunami cinco siglos después. Los pueblos fronterizos del Imperio Romano lo invadieron. Y al invadirlo también invadieron la comunidad de los creyentes cristianos. Se gestó y parió un nuevo modelo de Iglesia. Era el reto de dialogar y vivir con el No-Romano. Eran las costumbres y mentalidades indoeuropeas que entraban a formar parte de la Cristiandad que se consolidaba.

El año 1054 se produce la gran ruptura entre la Iglesia de Oriente y Occidente.. Dos conceptos del hombre, de la fe, de Dios, enfrentados que llevaron a dos modelos de Iglesia hasta cierto punto contrapuestos. Fue el tercer tsunami.
El siglo XVI dejó en evidencia un modelo de Iglesia politizada y decadente, de degradación de la fe cristiana nunca antes visto. Era general el clamor de Reforma. aliados con los poderes y con las riquezas, apartados del evangelio, obispos ladrones, sacerdotes libidinosos e incultos, religiosos relajados en costumbres y modos de vida. Fue el siglo del Concilio de Trento con su Contra Reforma y con su modelo de Iglesia que aún hoy día vivimos.
En la década del sesenta del siglo XX se dio un hecho fundamental en la historia de la humanidad que sin duda alguna ha causado el quinto tsunami cuyas olas aún no han dejado de pasar sobre nosotros.

Entre 1962 y 1965 se llevó a cabo el Concilio Vaticano II. En esta gran asamblea se elaboró un modelo de Iglesia más acorde con el mensaje del evangelio, más real, más sencilla y más en contacto con la realidad de cada día, del ser humano que construye la historia con alegrías y esperanzas, sufriendo penas y tristezas. En ese modelo de Iglesia no caben privilegios. No caben abusos. No caben ocultaciones. Esa Iglesia que se definió como Santa y Pecadora. Santa por tener su fundamento en Cristo. Pecadora por estar hecha de seres humanos pecadores capaces de las mayores miserias y de las mayores grandezas. Se dan las pautas para construir una Iglesia que celebra su fe en un Dios que es Padre, al que escuchamos a través de su Palabra y que, por tanto se convierte en luz de las gentes. De todos los escándalos, ocultamientos, corrupciones y malos ejemplos va a salir una Iglesia nueva. Cada cinco siglos un tsunami. De cada uno de ellos nació una nueva Iglesia. Nos toca ahora.
Tertuliasiglo21@aol.com
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