Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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sábado, 16 de enero de 2016

¿QUIÉN ES LA VIRGEN MARIA? Part 2 de 4

La María de la fe pascual del Nuevo Testamento

Los modestos datos de la María de la historia 
aparecen incrustados en la María de la fe que nos 
presentan los documentos del Nuevo Testamento y, 
de una manera especial, los Evangelios. 
La María de la fe es otra dimensión de María, la de mayor trascendencia. 
Y la María de la fe del Nuevo Testamento se constituye 
en norma fundamental de referencia de toda la Mariología.
De hecho, el interés por María se organiza con ocasión del acontecimiento 
de la resurrección del Señor, dada la relación de maternidad entre María y Jesús.
• La madre del Jesús de Nazaret aparece también como
la madre del Cristo Resucitado, quedando incorporada a
un universo nuevo de fe, de realidad y de significaciones, 
lo que permite una nueva comprensión de la persona, 
de la maternidad y de la historia de María.
La María de la fe, y la teología neotestamentaria de la 
María de la fe, no originan una religión autónoma mariana 
en las comunidades neotestamentarias. 
Forma parte de una globalidad, cuyo centro indiscutible es 
Jesucristo, aunque se encuentra conectada con 
El por un nexo privilegiado y único: el de la maternidad y filiación. 
Por ese motivo, es evidente que la nueva comprensión de María se realiza desde la perspectiva del Resucitado, de tal manera que el Cristo de la fe penetra vitalmente la realidad de su madre,
la llena de significación «Pascual», originando el nacimiento de la María de la fe.
El punto sobre el que gravita la María de la fe es la nueva 
comprensión de la maternidad y del parentesco desde el Cristo Resucitado. 
Sin negar evidentemente la dimensión biológica y humana que supone 
la maternidad, sin embargo, la maternidad queda constituida esencialmente, con relación al Cristo,
• en oír y amar la palabra de Dios (Lc. 11, 28), y
• en cumplir la voluntad de Dios (Mc. 3, 35).
• De esta manera, la fe en el Cristo resucitado hace descubrir 
a la comunidad neotestamentaria en la madre de Jesús a la creyente María, 
pero no con una fe yuxtapuesta a su maternidad humana, 
sino invadiéndola en su raíz más profunda, llenándola de un nuevo significado, 
constituyéndola en la madre del Cristo, en su más pleno sentido.
Aquí nos encontramos con la clave para la interpretación de
• la María que aparece en los capítulos de Mateo (caps. 1-2) y Lucas (caps. 1-2) 
referentes a la infancia del Señor, y
• en los teológicos de Juan referentes a las bodas de Caná (2, 1-11), y a la escena 
de María al pie de la cruz (19, 25-27).
Tres pasajes merecen una mención especial:
1. el de la Anunciación (Lc. 1,26-38),
2. el de Magníficat (Lc. 1,46-55), y
3. el de la Cruz (Jn. 19, 26-27).
En el pasaje de la Anunciación, María se muestra corno 
la creyente que acepta ser madre del Cristo, incluso por los
sorprendentes caminos de la concepción virginal. Es la mujer elegida por Dios
para una especialísima misión, corno los antiguos profetas, misión que consciente, libre y filial mente acepta.
En el Magníficat se descubre toda la interioridad de María. 
Su maternidad mesiánica se traduce en una conciencia de ser 
especialmente salvada y liberada por Dios en su humillación, constituyéndose 
en la primera evangelizadora —no sólo en sentido cronológico, 
sino marcadamente cualitativo— de la liberación y misericordia de Dios,
por Cristo, de los humildes y de los hambrientos.
En la escena de la cruz, su maternidad personal del Cristo 
se introduce en la nueva casa fundada por su Hijo, la Iglesia, 
quedando aposentada en ella como Madre de la nueva familia, 
significada por Juan, que comienza a descubrirla como a su Madre: 
Madre de Jesús y Madre de los fieles, en la casa 
de su hijo, por ser la Madre del Cristo.
Es interesante el advertir que en ninguno de los tres pasajes 
se deforma la realidad histórica de María:
• doncella modesta de Nazaret en la Anunciación;
• prima visitando a su pariente Isabel en el Magníficat;
• y madre impotente del ajusticiado junto a la cruz.
• En la modestia de esa vida histórica se abre la María de la fe, la Madre del 
Cristo Resucitado.
Pero si la fe pascual de la primitiva Iglesia en todo 
momento sigue afirmando la modestia histórica de 
la María de la historia, al mismo tiempo asocia a la 
María Pascual al nuevo ámbito del Cristo Resucitado,
Glorioso y Victorioso, que intercede por nosotros 
delante del Padre. 
Y la asocia de una manera exclusiva y justificada 
como Madre Pascual, con expresiones 
muy significativas, tanto en la narración de la 
Anunciación como en las bodas de Caná y
en la escena del Calvario.
Aquí encontramos los fundamentos del posterior 
desarrollo de la fe mariana de la Iglesia.

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