Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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domingo, 24 de julio de 2016

LA ISLA DE CRACOVIA

Cracovia, domingo 24 de julio 2016
El camino desde Nueva York, la selva de acero, a Cracovia no ha sido tan solo de unas horas de vuelo.
Ha sido el volver a otros mundos ya olvidados, mundos que uno piensa que la historia únicamente la leemos en los libros.
Después de la experiencia de volar con escalas, esto es, llegar a un aeropuerto y en menos de 30 minutos pasar emigración, correr entre pasajeros que pierden su por pasillos y tiendas donde se venden cosas que nos han hecho creer son más baratas todo más propio de una pista de carreras de obstáculos, tomamos el vuelo en la última etapa: Ámsterdam-Cracovia.
El aterrizaje a primeras horas de la tarde en Cracovia nos pareció entrar en un túnel del tiempo.
Pocos eran los aviones comerciales que entraban o salían.
Pero muchos los viejos aparatos militares estacionados como guerreros vigilantes a la espera de enemigos que nunca vendrán, no existen. Después supimos que se trataba del aeropuerto militar de Cracovia.
No olvidemos que, durante la guerra fría Polonia jugó un papel importante. El Pacto de Varsovia era la avanzadilla del mundo bajo el comunismo.
Esperaban una invasión que nunca se dio.
Pero el tiempo se quedó quieto. Y así sigue, quieto.
Esta mañana hicimos un primer recorrido por la ciudad. Fui a recoger la documentación que me acredita como periodista y, de esa manera, poder cubrir tanto la Jornada como la visita del Papa.
De todos es conocida ya sea por novelas, películas o series televisivas, la dureza en el trato y las maneras de los agentes policiales.
Esta mañana lo experimentamos. Si bien es cierto que el Telón de Acero y el férreo poder comunista desaparecieron de Polonia, sin embargo aún siguen las formas, las maneras, las actitudes.
Es poco el tiempo desde la caída de los totalitarismo soviéticos a la libertad.
Nos atendían oficiales educados, pero tajantes en el trato.
Antes era el pensamiento único, el dogmatismo político, hoy es la palabra mágica: seguridad.
La etiqueta ha cambiado, los métodos siguen igual.
La mejor manera de conocer un ambiente, una ciudad, un pueblo, es mezclarse con la gente.
Y eso mismo hicimos.
Entremezclados con las personas vimos de todo, pero faltaba una cosa: niños.
Y sobraba otra: muchos adultos tristes, serios, viejos, con el malestar de sentir invadido su mundo, su isla. Molestias por ruidos, jóvenes haciendo ruido, cantando. Vimos incluso mujeres envueltas en ropa a pesar del calor, impedir entrar en los templos a jóvenes porque no iban vestidas como ellas querían: con velos, faldas hasta los tobillos, mangas de las camisas que cubrieran hasta los dedos de las manos…
Poco a poco van llegando los jóvenes que van a asaltar esta isla anclada en viejas glorias políticas y religiosas, añorando una fe y un modelo ya caduco.
El concilio Vaticano II nos presentó una manera nueva de ir respondiendo a la eterna llamada de Cristo a construir un mundo mejor del recibido de nuestros mayores, un mundo donde se celebra la fe compartida desde la escucha de la Palabra que nos guía para ser luz de las gentes y abiertos a las alegrías y las esperanzas, las penas y las tristezas de la Humanidad, haciendo que nada humano fuera ajeno al creyente.
En Cracovia estaban sometidos a un régimen de destrucción, negación de las libertades y ausencia de fe que les convirtió en una Isla. Ese mundo cayó.
En Cracovia no se han enterado aún.
Esperamos que estas Jornadas de Alegría, canto y juventud terminen de romper el aislamiento y vuelva la alegría y las ganas de vivir a esta ciudad.

Descubriendo el siglo 21
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