
Fue a llevar un mensaje de alegría y de solidaridad. “Que el mundo se abra a Cuba, y Cuba se abra al mundo” Y abrió puertas. Y entramos muchos. Y volvimos con el corazón partío... De alegría al ver que la fe estaba profundamente arraigada a pesar de muchas penas y tristezas. Que al pueblo cubano las dificultades no le habían quitado sus ganas de vivir, sus ganas de creer, su fuerza y su alegría. Hay futuro en un pueblo que ama y cree, aunque pase dificultades. También de tristeza.

Tristeza al ver tanto desgarro, tanta soledad, tanta necesidad, tanto sufrimiento ante familias, amigos, vecinos separados por unas millas de mar pero sobre todo por unos puntos de vista, unas maneras de ver y de sentir la vida. Era la tragedia de ver a los cubanos de allá y de acá. Hermanos separados. Diálogos de sordos. Caminos de ciegos.
Ha pasado el tiempo. Juan Pablo II se fue de entre nosotros. Dejó sembradas muchas semillas. Después de su visita ya las cosas no han vuelto a ser las mismas. Benedicto XVI va a la Isla los próximos días. Y yo voy a volver (de presentao dirían los boricuas) Voy a sentir y palpar la vida del pueblo cubano 14 años después. Quiero ver con mis propios ojos. Quiero sentir y rezar con amigos y con desconocidos. Y no quiero ir solo. Iré con todos ustedes. Voy a ser sus oídos y sus ojos. De lo que haya visto les contaré. Intentaré cada día contarles.
Que también cuando salga de Cuba deje mi corazón partido entre tantos hermanos que viven y luchan por construir una Iglesia, una comunidad de amor abierta a la alegría y a la esperanza.
Me voy pa Cuba. Ya les contare desde allá lo que vea y sienta a través de mis columnas.
Padre Tomas
No hay comentarios:
Publicar un comentario