ENCUENTRO CON EL PERSONALDE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS
DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
Nueva YorkViernes 18 de abril de 2008
Señoras y Señores:
Aquí, en este pequeño lugar en medio de la ajetreada ciudad de Nueva York, se encuentra situada una Organización que tiene una misión tan vasta como el mundo:

Con ocasión de mi visita, deseo rendir homenaje a la incalculable aportación del personal administrativo y de los empleados de las Naciones Unidas, que desempeñan sus tareas cada día con gran dedicación y profesionalidad, ya sea aquí, en Nueva York, como en otros centros de la ONU o en misiones particulares por todo el mundo. Quisiera expresarles, a ustedes y a quienes les han precedido, mi agradecimiento personal y el de toda la Iglesia Católica. Recordamos de manera especial a tantos civiles y custodios de la paz –cuarenta y dos sólo en 2007– que han sacrificado sus vidas sobre el terreno por el bien de los pueblos a los que sirven. Recordamos también la gran multitud de los que dedican su vida a trabajos no siempre suficientemente reconocidos, y realizados con frecuencia en condiciones difíciles. A todos ustedes, traductores, secretarios, personal administrativo de toda clase, equipos de mantenimiento y de seguridad, trabajadores para el desarrollo, custodios de la paz y a tantos otros, dirijo mi más sincero agradecimiento. El trabajo que llevan a cabo permite a la Organización buscar continuamente nuevas vías para alcanzar los objetivos para los cuales fue fundada.

Se habla frecuentemente de las Naciones Unidas como de la “familia de las naciones”. De la misma manera, podría hablarse de la sede central, aquí en Nueva York, como de un hogar doméstico, un lugar de bienvenida y de preocupación por el bien de los miembros de la familia en todas partes. Es un lugar excepcional para promover el aumento de la comprensión mutua y de la colaboración entre los pueblos. Con razón se escoge el personal de la plantilla de las Naciones Unidas entre una amplia gama de culturas y nacionalidades. El personal aquí forma un microcosmos del mundo entero, en el que cada uno da una aportación indispensable desde el punto de vista de su propio patrimonio cultural y religioso. Los ideales que han inspirado a los fundadores de esta institución deben expresarse, aquí y en cada una de las misiones de la Organización, en el respeto y la aceptación recíproca, que son características de una familia prospera.
En los debates internos de las Naciones Unidas se está dando una importancia creciente a la “responsabilidad de proteger”. De hecho, ésta comienza a ser reconocida como la base moral del derecho de un gobierno a ejercer la autoridad. Es también una característica que pertenece por naturaleza a la familia, en la que los miembros más fuertes cuidan de los más débiles. Esta Organización, supervisando de qué manera los gobiernos cumplen con su responsabilidad de proteger a sus ciudadanos, presta un servicio importante en nombre de la comunidad internacional. En el ámbito del día a día, son ustedes quienes, mediante la atención que muestran unos por otros en el puesto de trabajo y su preocupación por los numerosos pueblos a los que sirven en sus necesidades y aspiraciones con su actividad, ponen los fundamentos para realizar este cometido.
La Iglesia Católica, a través de la actividad internacional de la Santa Sede y mediante las innumerables iniciativas de los laicos católicos, Iglesias locales y comunidades religiosas, les ofrece su apoyo en su quehacer. Les aseguro un recuerdo especial en mis plegarias por ustedes y sus familiares. Que Dios todopoderoso les bendiga siempre y les conforte con su gracia y su paz, para que mediante su atención a toda la familia humana, puedan seguir sirviéndole a Él.
Gracias.
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