Dicen que los navegantes de los transbordadores espaciales, cuando contemplaban


Tal vez en ellos se dé en forma condensada el proceso de la Humanidad: desde el instinto tribal, cuyo sentimiento de pertenencia a un grupo suele ser excluyente de los demás, hacia una progresiva ampliación del horizonte de fraternidad mundial.
Me viene esta reflexión a cuento en estos días en que celebramos el doscientos treinta y siete aniversario de la Independencia de los Estados Unidos de América. Durante gran parte de su joven historia este país ha vivido un poco como los astronautas su primera semana. Han estado encerrados tan en sí mismos que apenas han notado que existían otros pueblos, otras naciones, otras realidades, otras culturas, otras creencias.

Quizás estemos siendo testigos del nacimiento de una conciencia universal, globalizada y globalizadora. Los valores sobre los que se construyó esta República deberían ayudar a cumplir esta misión.
Pero, cuales fueron dichos valores? Volvamos la vista atrás por unos momentos.
La Republica que conocemos como los Estados Unidos de Norteamérica nace como una necesidad grande de espacios para la libertad. Libertad sobre todo para rezar, para expresar las creencias sin prohibiciones o mandatos de índole alguna.

Aquel barco de peregrinos venía buscando un lugar nuevo, una promesa cumplida, un cielo nuevo y una tierra nueva. Y los encontraron. Y pusieron a Dios como base de sus vidas. Y el Decálogo como norma legal. Y la Biblia como libro de referencia. Y con estos elementos comenzaron una aventura, la construcción de un mundo nuevo. Dios tuvo cabida en la Constitución, en las Cortes, en el Congreso, en los templos, hasta en los billetes de dólar.


La obra de Dios, que es la vida, la utilizamos a nuestro arbitrio basado muchas veces en conveniencias ecónomos. Llegamos a esquizofrenias como protestar por abortos pero aplaudimos la pena de muerte.
A los pocos años del nacimiento de esta República tuvo lugar en Francia su Revolución. En tal ocasión se derrumbaron muchos mitos y se levantaron otros. Uno de ellos fue la Diosa Libertad. Tal diosa, cual nuevo becerro de oro, fue el detonante para muchas aberraciones y barbaridades hasta convertirse en libertinaje.

En la nueva República formada originalmente por las Trece Colonias se necesitaba una Diosa. Libertad fue su nombre. Y se sustituyó el Dios de la Biblia, el de los Peregrinos, por la Diosa Libertad. En nombre de la Libertad de Expresión, de Creencia, de disponer del propio cuerpo, de la propia mente, del propio actuar, infinidad de veces hemos atentado contra la auténtica Libertad.

Pero una de las grandes cosas que tiene este país es su capacidad de análisis y examen de conciencia, Es capaz de analizar su pasado y reconocer sus errores para tratar de corregirlos. Ojalá pueda comenzar su tercera semana de Historia, aquella que le lleve a ampliar sus horizontes a niveles de fraternidad mundial basada en los valores de los Padres Fundadores, los valores de la libertad auténtica, el respeto a Dios, al ser humano como imagen divina, al medio ambiente como lugar de encuentro.
Tertuliasiglo21@aol.com
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