Columna del Padre Tomás



En la antigüedad se solían marcar los caminos con postes o pequeñas columnas. Eran los puntos de referencia para ir haciendo camino. A veces también se usaban las columnas para recordar hechos, personas, acontecimientos a no olvidar.

Las columnas del Padre Tomás del Valle son un poco ambas cosas. Piedras que marcan el camino que se va haciendo cada día, sin rutas, sin marcas. Y también Columnas que recuerdan hechos, personas, acontecimientos. En ambos casos no es otra cosa que un intento de trazar caminos en la aldea global.

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jueves, 22 de mayo de 2014

PISANDO TUS UMBRALES, JERUSALEN

Jerusalén, 22 mayo
El talmud de Babilonia afirma
que, cuando Dios creó el mundo, hizo 10 medidas de belleza. Nueve se las concedió a Jerusalén y la otra al resto del mundo. Es poética la comparación. Pero cada vez que se sube a Jerusalén- y digo lo de subir porque está en lo alto de una montaña- se siente algo especial. Ya sea espiritual, ya sea emocional, ya sea curiosidad histórica.
Ayer, 21 de mayo subí, una vez más, a esta ciudad. Y los sentimientos afloran por doquier. El calor abruma, pero las ganas de vivir son las mismas. Según me acercaba al centro de la ciudad veía las banderas del Vaticano combinándose con la blanca estrellada de Israel. Un diálogo y un sueño. Al conversar con la gente en todos se percibía lo mismo: curiosidad, esperanza, añoranza.
Curiosidad porque no todos los días la visita de un dignatario extranjero provoca la movilización que se está dando en todo el país. Visita, por otro lado, que estuvo a punto de suspenderse. Y no por motivos de seguridad, sino por algo tan común, y que sufrimos mucho en otros países, una huelga. Los empleados del ministerio de Asuntos Exteriores estaban luchando por mejoras salariales y, al ver que la administración se trancaba, ellos hicieron lo mismo y se acogieron a un derecho: la huelga. Esto produjo una serie de contratiempos grandes, entre ellos la cancelación del viaje del primer ministro Netanhau a Colombia hace unos meses. Se temía lo mismo con el viaje del Presidente del Estado del Vaticano – así es reconocido por el protocolo diplomático internacional el Papa – Afortunadamente los servidores públicos pudieron resolver sus problemas y el viaje se puede llevar a cabo con normalidad. La curiosidad y la alegría se perciben en gran parte de la población. Una población israelí que, no olvidemos, habla español. Sobre esto último los cálculos varían, entre unos miles y cerca de medio millón. Es la compuesta por argentinos, venezolanos y colombianos, sin contar los brasileiros. Y la lengua castellana está muy presente en todos los hogares de Israel, ya sea palestinos o israelí: las telenovelas latinoamericanas, especialmente las venezolanas.
Esperanza es el segundo sentimiento que se nota entre la población. Las conversaciones de paz están, una vez más, paralizadas. Cuando se conversa con ciudadanos israelíes, la paz es el deseo más grande. Cuando la conversación es con interlocutores palestinos, el mismo sentimiento. La situación que se está viviendo en Israel en estos momentos demanda un líder que sea capaz de romper el tranque, que dé esperanzas, que ayude a cumplir el gran sueño de la paz, de la convivencia. Buscan alguien en quien confiar. ¿Un nuevo Moisés? O más cerca, ¿un Mandela? Francisco puede ser el líder que ayude en esa búsqueda. El mensaje, a no dudarlo, que pretende traer no es otro que el de la paz y la convivencia. La Iglesia, con este viaje, piensa implicarse en el proceso de paz. No hay que olvidar el papel importante que, tras bastidores, siempre ha desempeñado la Iglesia en la educación, el servicio social, la ayuda a los necesitados en esta parte del mundo. El diálogo entre las cancillerías israelí y palestina y el Vaticano siempre ha sido fluido. Me conversaba hace años el cónsul de Israel ante la Santa Sede que, para el gobierno de Israel, la embajada ante el Vaticano es una de las más importantes que el gobierno mantiene abiertas.
Añoranza es el sentimiento que aflora igualmente en todo ciudadano con el que se conversa. Sea el chofer de taxi ruso que me trajo desde el aeropuerto a Jerusalén, o el que me atendió en la recepción del hotel, o el vendedor de periódicos con el que conversé por la tarde, todos añoran poder crecer en paz, ver a sus hijos y a los hijos de sus hijos que crecen sin miedo. Añoran que aquella profecía bíblica de que vivirían en una tierra que mana leche y miel, se haga realidad. La leche que da vida, la miel que suaviza lo irritado y endulza la vida. Se espera a Francisco. Dichosos los pies del que anuncia la Paz.

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